El cambio de poder en los diferentes países de Latinoamérica sufre un constante vaivén a nivel ideológico, al parecer la gente se desencanta demasiado rápido de las propuestas que en campaña electoral enamoran a millones, pero que al cabo de cinco años hacen pensar que la propuesta opuesta a la elegida es enteramente mejor y podrá cambiar radicalmente su vida, esta situación se va repitiendo elección tras elección, durando como mucho dos o tres periodos un mismo partido en el poder pero generando con esto el desgaste suficiente que lo hace bajar en la aceptación de la masa electoral y lo marginan al único recuerdo de todo lo negativo que se genero en esas gestiones, que la misma gente elegio.
Si bien es saludable para la democracia que exista una rotación en el poder, es extraño como pasamos de derechas a izquierdas tan rápido, mostrando un claro cambio de parecer, o demostrándole al sistema político que nadie parece casarse con nadie y que aquello de pertenecer a un sector ideológico y político a nivel personal, con el tiempo y a través del cambio generacional empieza a desaparecer.
Hoy en día todos van detrás de aquellos que den los mejores beneficios o que al menos tengan un discurso en el que el sector al que uno pertenece de la sociedad se vea favorecido con sus promesas de campaña.
Argentina, Brasil, Chile, Perú y el propio Uruguay, han dado un giro en su forma de pensar que ha generado cambios en sus diferentes sociedades, encontrando en muchos casos enfrentamientos constantes entre los habitantes que tienen visiones opuestas de la realidad, es decir entre los que defienden el sistema y los opositores, lo que nunca termina de cerrar es porque conforme pasan los años volvemos nuevamente a sistemas que ya habían sido instaurados y que al parecer fracasan una y otra vez.
