miércoles, 24 de mayo de 2023

LOS EFECTOS DEL NARCOTRÁFICO EN SU LLEGADA TARDÍA AL URUGUAY (EDITORIAL + PODCAST)

 

Desde hace algunos años y quizás cada vez como mayor frecuencia, en el Uruguay empezamos a ser testigos de la normalización de diferentes muertes que se presentan cada día ante la realidad de los demás; ocupando bastos espacios en noticieros, portales de noticias y diferentes medios que nos intentan dar conocimiento de estos hechos de sangre que en su mayoría son bastantes complejos de explicar o de por lo menos intentar darle un sentido ante las miradas ajenas.

Por parte de las autoridades de seguridad a nivel estatal ha empezado a sonar cada vez más como fundamentación ante estos asesinatos el famoso “ajuste de cuentas” que sirve para poder decir que algo paso cuando realmente no saben que fue; tiene contundencia y además suena a que el caso está cerrado y que no va a existir una mayor necesidad de ponerse a indagar sobre el tema; es una manera rápida, fácil y concisa de sacarse una complicación de arriba.

El problema quizás también pasa por el punto de que el país es bastante nuevo en tema referentes a peleas entre narcos, si bien ha ingresado droga a nuestro territorio desde tiempos inmemoriales, la novedad hoy en día pasa por la lucha de las diferentes zonas del país y sobre todo de la capital por parte de los narcotraficantes en la búsqueda de establecerse.

Al formar parte de la dinámica diaria de los diferentes barrios, empiezan a enredar y arrastrar a gente que inicialmente no tenía nada que ver con esto al punto de generar cierta dependencia a nivel económico y de consumo de quien provee los estupefacientes; los problemas empiezan a surgir cuando las situación se les va de la mando en cuanto a deudas o estafas relacionadas directamente con el consumo.

Si bien el Uruguay es un país que parece bastante alejado de otras realidades, estas personas utilizan los mismos código que se manejan en otras partes del mundo que básicamente es que “el que las hace las paga” y no solo el, sino que su entorno más cercano también puede verse afectado por su “mal andar”. Esta realidad sin dudas cambio la forma en que se desarrolla la vida cotidiana en cada lugar en el entendido que muchas veces no tenemos ni idea de cuál es el diario vivir de nuestros vecinos y hasta qué punto nos puede llegar a afectar en nuestra vida como una especie de daño colateral.

Esta situación se complejiza mucho más cuando nos ponemos a hilar fino y nos enteramos de que en muchos casos miembros de organizaciones estatales que deben de velar por nuestra seguridad forman parte de la red de narcotráfico; favoreciendo con esto a quienes ya están integrados en el negocio, pero poniendo en riesgo la integridad de gente que poco tiene que ver con esto ya que el propio enemigo está conviviendo con nosotros, volviéndonos más vulnerables ante esta realidad.

Si por un momento nos cuestionáramos ¿Por qué nos está pasando esto? O ¿Cómo llegamos a esta realidad? Podríamos decir rápidamente que tiene que ver con la falta de trabajo y los altos niveles de deserción de la educación que se vienen arrastrando año tras año; estos dos puntos son factores claves para este tipo de actividades delictivas que ofrecen mucho dinero en poco tiempo; pero quienes deciden entrar en ellas no miden el costo que puede llegar a tener formar parte de un sistema elitista en donde siempre ganan unos pocos que generalmente son los mismos y en el que los hilos con cierta frecuencia se terminan cortando por lo más delgado.

Hace un par de décadas atrás estas situaciones las veíamos en países como México o Colombia y nos horrorizábamos sin siquiera imaginar que años después golpearía a nuestra puerta llegando a ser algo de lo mas habitual. La posibilidad de tener un mayor acceso a diferentes medios de comunicación ha acortado las distancias a nivel global y ha logrado como una especie de efecto colateral la imperiosa necesidad de aumentar el consumo de todo lo que tiempo atrás no nos resultaba tan necesario. El problema surge en el momento que se genera un conflicto entre el querer y el poder y la velocidad real en la que se puede llegar a lo que se desea, que muchas veces no se coindice con la que se quisiera, por lo que en este punto se genera un sentimiento de frustración que muchas veces encuentra una salida en acciones que resuelvan esa necesidad y que no tienen que ver con opciones de las mas adecuadas para la integridad de la persona que se ve metida en esa realidad y para quienes lo rodean.

La efectividad para las nuevas generaciones tiene que ver con lograr lo deseado en el menor tiempo posible, dejando de lado cuestionamientos de tipo moral y haciendo valer en varias oportunidades esa frase que dice que “el fin justifica los medios” de la cual en otras épocas podíamos a llegar a dudar un montón a la hora de ponerla en práctica, teniendo obviamente toda una serie de cuestionamientos morales previos.

De mas esta decir que el camino más fácil no siempre es el más indicado, lamentablemente la búsqueda de acortar los plazos en absolutamente todo parece haberse naturalizado y hoy el que se esfuerza por llegar a algo es visto como un “gil” ya que la consigna es poder obtener la mayor cantidad de objetos materiales posibles en el menor tiempo que se pueda.

Las nuevas formas de vivir el presente comienzan a dejar secuelas que sin dudas las próximas generaciones se encargaran de pagar. La naturalización de la violencia y la muerte genera que todo sea más fácil de destruir. El camino está en reconocer y aceptar que exista una franja de la población que vive en ese mundo que creemos que existe solo en series de Netflix; pero que no nos damos cuenta de que lo tenemos en la casa del vecino.


 

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