sábado, 28 de noviembre de 2020

EL CAMBIO DE ESTADO DE UNA LEYENDA


La muerte de Maradona quizás sea de las situaciones más anunciadas desde ya hace bastante tiempo a la que por diferentes razones la realidad le venía siendo esquiva, pero desde un lugar del inconsciente popular se sabía que tarde o temprano iba a pasar, ahora la pregunta es ¿Qué pasa cuando un ídolo a nivel mundial deje su estado físico para pasar a ser leyenda?

El siglo XX nos ha dado una vasta cantidad de personajes, que en diferentes ámbitos marcaron la historia y de a poco como es la ley de la naturaleza se han ido yendo de su estado físico y pasan a quedar en la memoria colectiva de los pueblos, lo que queda de ellos y que se transmite a través de las diferentes generaciones, son los hechos que fueron quedando en cada uno de los que lo vivimos, si bien hoy en día con la tecnología es más fácil llegar a la verdad en todo, siempre va a existir, la historia que se transmita en el boca a boca que muchas veces termina siendo lo que nosotros queremos contar y no lo que realmente paso.

El siglo XXI tiene la particularidad de que aún no tiene figuras relevantes pertenecientes a esta nueva era, sino que seguimos viviendo aun el legado que nos dejó el siglo pasado, por lo que las nuevas generaciones en muchos casos no van a llegar a conocer a determinados personajes de la historia reciente más que por historias escuchadas en su entorno, pero lo que en definitiva le va a llamar la atención a quien escuche esa historia va a ser lo que realmente le han querido contar de la persona en cuestión.

Todos tenemos un fin y en ese entendido, la manera que tiene el ser humano de transformarse en inmortal es a través del recuerdo de quienes aún siguen con vida, cada vez que se nombra a alguien que ya no está entre nosotros, son los recuerdos, los que lo vuelven a traer al imaginario social y sin duda lo inmortalizan en el pensamiento de quien lo nombra, cuando alguien fallece y deja de ser recordado, es ahí cuando realmente muere para siempre.


 

 

sábado, 21 de noviembre de 2020

LA ENFERMEDAD DE LOS RICOS QUE AFECTA A LOS POBRES


Desde los comienzos y al menos en Uruguay la llegada del Coronavirus se produjo a través de personas de clase social media alta que a través de viajes y diferentes traslados importaron el virus a nuestro país, pasado el tiempo y con el avance de la pandemia hoy en día, en realidad, ellos no son los más afectados.

Quizás el 2020 haya sido uno de los años más castigado por la falta de empleo en la población y la dificultad para poder generar una estabilidad a raíz de todo lo ocurrido con la llegada del Coronavirus al Uruguay, lo cierto que como siempre pasa y sucedido a lo largo de toda la historia, la porción de la población que termina pagando los platos rotos siempre es la más débil.

Hoy en día la pobreza y el desempleo han aumentado como consecuencia de una enfermedad importada que va generando estragos en las clases sociales más bajas, donde la sostenibilidad es en el día a día y este día a día es una incertidumbre. Ya han pasado ocho meses desde la llegada del primer caso a Uruguay y los números de personas en el seguro de desempleo se mantienen en números escandalosos, obviamente quienes tienen cierta espalda económicamente hablando han podido sostenerse sin mayor problema y podrán hacer que pase la ola, pero existe una gran cantidad de familias que están atravesando momentos realmente muy complicados de los cuales aún no se ve una salida en el horizonte ya que la variabilidad en el aumento de casos hace empezar a pensar que la recesión económica será la moneda corriente de los próximos meses.

Quizás el problema a futro más importante que tenemos como país es poder reinsertar en el sistema económico a todas las personas que en estos meses han ido quedando por el camino, para que al menos la situación se vuelva a estabilizar, teniendo en cuenta que los aportes que cada trabajador hace al Estado son la herramienta fundamental para poder ayudar a los que menos tienen en momentos difíciles como los que atravesamos actualmente.


 

sábado, 14 de noviembre de 2020

LA FALTA DE EMPATIA DE LOS JOVENES CON LA PANDEMIA


Desde que comenzaron todas las medidas relacionadas al Coronavirus, ha existido cierta resistencia por parte de los más jóvenes a plegarse a determinados mecanismos de control de esta enfermedad, hecho que por estos momentos si bien no es la razón principal quizás empieza a ser determinante en el aumento de casos.

Si hay momentos de la vida en donde a los humanos nos cuesta acatar las reglas es en la adolescencia y la juventud,  lo cierto es que en esta nueva etapa que estamos atravesando, se han encontrado con una serie de reglas y recomendaciones difíciles de entender para los jóvenes por lo compleja de la situación, por lo que en su mayoría han optado por restarle importancia, en el entendido de que si supieran tener la enfermedad no les afectaría mucho a su salud y la podrían sortear sin problemas.

En este punto surgen dos inconvenientes, el primero es que podrían ser vectores de contagio para personas de su entorno mayores de edad o con alguna afección, hecho que podría llegar a comprometer la vida de sus seres queridos, y el segundo es que al transitar sin ningún tipo de cuidados y seguir participando de encuentros clandestinos, ellos mismos empiezan a ser un foco de expansión de la enfermedad en caso de poseerla.

Lentamente las cifras de contagios de Coronavirus en Uruguay están subiendo, a un ritmo que no es escandaloso pero si constante, la concientización, por parte de todas aquellas personas que pueden generar un contagio masivo, por la falta de cuidados, entre los que se encuentra el uso de tapabocas, o el hecho de compartir, cualquier tipo de bebidas por ejemplo con personas que no se saben si están contagiadas o no, son factores, que pueden estar generando un claro incremento en los casos actuales y es simplemente por la falta de cuidados preventivos.


 

sábado, 7 de noviembre de 2020

LA ERA DE LOS POBRES DE IPHONE

 La modernidad y la masificación de la tecnología sin dudas han marcado un cambio de paradigma en los tiempos que atravesamos, convirtiendo aquello que nos parecía inalcanzable en productos de consumo habituales, con gran accesibilidad en la forma de pago que permite a los que menos tienen hipotecar su futuro en pos del consumo.

La globalización sin duda trajo consigo la opción de poder aumentar el poder de consumo en los diferentes países y con esto llego la posibilidad  de acceso a distintos bienes, que quizás en otra época eran catalogados como de lujo y hoy son habituales en nuestra vida, basta con mirar la cantidad de artículos electrónicos que puede haber en una casa y no necesariamente tiene que ser, porque quien los obtuvo posee mucho dinero, sino por la simple disposición de acceder a todo lo que queremos con facilidades de pago y la creación de un endeudamiento constante que nos hace girar en una eterna calesita de pagos mes a mes.

Hasta las marcas más sofisticadas y elitistas, encontraron en esta opción la manera de masificarse, haciéndole llegar a todo el mundo sus productos, sin importar clase social o poder adquisitivo de esa persona, basta con quererlo, saber cuál es la forma de endeudamiento más adecuada a la necesidad del comprador y listo, con el paso de los años la manera de ver la adquisición de una deuda como algo complejo fue pasando de moda y hoy es lo más habitual en todos, aquella responsabilidad que sentían nuestros abuelos a la hora de sentirse deudores con alguien, se cambió por el pago del estado de cuenta de la tarjeta de crédito re financiado en pagos para poder además de comprar un celular comer, actividad que ante la posibilidad de consumir un bien que nos deje mejor parados socialmente queda totalmente relegada.

Lamentablemente las maneras de pensar han cambiado demasiado y vamos rumbo a una crisis por exceso de consumo, todo envejece más rápido por ejemplo, hoy entendemos que un electrodoméstico con tres años de uso nos duró una vida, cuando en otras épocas estaba casi nuevo, esa necesidad exacerbada por consumir trae además de más pobreza económica para quien se endeuda, una gran acumulación de basura de la que nos va a costar cientos de años deshacernos, así como también la pobreza de creernos algo que realmente no somos.


 

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