Sin dudas que por estas horas no debe de existir ningún uruguayo que no se haya conmocionado de una forma u otra por lo sucedido en estas últimas horas en la localidad de Villa Serrana en el departamento de Lavalleja. El asesinato de un niño de 10 años a manos de su entrenador y su posterior suicidio quizás sea la tragedia de este 2017.
Muchos o quizás todos nos preguntaremos eternamente ¿Por qué? ¿De qué manera se llega a esta situación?, ¿Por qué si existía tanto cariño entre ambos termino en este desenlace fatal? Son preguntas que jamás tendrán respuesta, más que posibles conjeturas, lo cierto es que marca un quiebre en cuanto a las relaciones de los niños y adultos que no son de su entorno familiar, sin llevarlo al terreno de la paranoia, pero si sabiendo que a partir de mañana muchos padres tendrán otros recaudos a la hora de dejar solos a sus hijos.
A partir de ahora vendrán indagatorias por parte de la justicia, tratando de armar un rompecabezas, bastante complicado y quizás complejo de entender, de cualquier forma y a pesar de la conclusión a la que lleguen el dolor y la impotencia de un país no se va a calmar tan fácil, es muy difícil poder aceptar que alguien se sienta con el derecho de quitarle la vida a otra persona, y más difícil de creer si es un niño, obviamente todas las palabras salen desde el dolor, la bronca y la impotencia que causa, la manipulación de un adulto a un ser tan puro e inocente como un niño.
La única reflexión que se puede sacar de esta historia trágica es que debemos como sociedad cuidar más a nuestros niños, sean hijos, primos, vecinos o simplemente conocidos, así como también los padres debemos entender que las sociedades y las cabezas cada vez van cambiando más y es muy difícil hoy en día confiar nuestros hijos a cualquiera.