El Uruguay atraviesa quizás la mayor crisis de violencia social que se
recuerde en la historia del país, el nivel de inseguridad por el que se
atraviesa ha llevado a los propios ciudadanos a pensar en nuevas soluciones.
Quizás de los principales
problemas que se visualizan a simple golpe de vista es la falta de credibilidad
que se ha ganado en el último tiempo el Ministro del Interior Eduardo Bonomi.
Vivimos en un país en donde el policía tiene más complicaciones si actúa ante
un delincuente que si no hace nada, el simple hecho de utilizar su arma
reglamentaria puede hacer que termine arrestado si se constata que lo hizo
indebidamente según las arcaicas leyes uruguayas.
Ante situaciones en donde existen
barrios de Montevideo en el que mandan los delincuentes llámese Casavalle
Marconi, Borro, etc. Es un hecho casi inexorable a la realidad que la actuación
de fuerzas armadas mayor capacitadas que la policía tienen que proceder de
forma de asegurar la tranquilidad de aquellos ciudadanos que por vivir ahí no
tienen por qué tener que atravesar por situaciones riesgosas para su vida por
el simple hecho de que un grupo de delincuentes quiso instalarse ahí.
El narcotráfico y la pelea entre
diferentes bandas es algo que rompe los ojos y es sabido que ese tipo de
problemas se resuelven con muchas muertes de por medio, realmente es difícil
saber cuál sea la solución definitiva para erradicarlo, pero es obvio que las
medidas tienen que ser de shock y en muchos casos agresivas para demostrar
quien realmente es la autoridad.
Reformar el Código Penal, darle
mayor potestad a la policía, mejores sueldos y una mayor inversión en educación
para las generaciones que vienen quizás sean ideas que se pueden empezar a
tener en cuenta para cambiar la pisada. Tanto el presidente Vázquez como la
oposición han hecho últimamente una tormenta de ideas para solucionar todo esto,
pero los cambios desde hace un tiempo el pueblo exige que sean reales y que se
noten, en parte la sociedad también tiene su gran cuota de culpa y todos somos
encargados de cambiar esto, por otro lado quienes están en el poder deberían
poner a la violencia y la inseguridad como un tema de agenda urgente a tratar,
dejando de lado banderas y colores políticos, que al ciudadano muy poco le
importan.