sábado, 24 de mayo de 2014

ENTREVISTA A JORGE BONALDI


Es uno de los artistas históricos uruguayos, integro grupos como Patria Libre, Aguaragua, Canciones para no dormir la siesta y Los que Iban Cantando, sin dudas ha trascendido generaciones con su música y en esta oportunidad Jorge Bonaldi  pasó por Periodismo en tus Manos.

¿Cómo fueron tus primeras incursiones en la música?

Considero que la música incursionó en mi persona. Lo hizo a través de mis padres –que no eran músicos- y de algunos familiares que estaban vinculados a la práctica musical. Mi madre cantaba correctamente y mi padre solía silbar y también podía reproducir melodías afinadamente. A los 4 años yo podía reproducir bien, cantando o silbando,  canciones de estructura compleja  como “ Matinata” de Leoncavallo o el pasodoble “El Relicario”, las dos primeras de que tengo conciencia. Mi padre escuchaba música clásica en el SODRE y me inició en la audición de Carlos Gardel, Agustín Magaldi e Ignacio Corsini. A los 10 años de edad descubrí a Astor Piazzolla. A los 12 conocía bien el repertorio de Palito Ortega y sabía perfectamente quién era Federico Chopin, por quien sentía fascinación. La práctica de la música vino a los 14 años a causa de la aparición de los Beatles y la “British Invasión”. Debuté en público cantando durante bastante tiempo en inglés covers de música británica o anglo-norteamericana. Recién a los 15 aprendí a tocar la guitarra (eléctrica) y a solfear;  a los 22 a estudiar guitarra clásica.

¿En tu caso como transitaste el periodo de la dictadura siendo un cantante de música popular?

Me integré a la música popular uruguaya durante la pre-dictadura, asumiendo mis riesgos y responsabilidades hasta el advenimiento de la neo-democracia. El período dictatorial lo viví bajo distintas formas de presión: la ejercida por el terrorismo de estado y la ejercida por quienes nos recordaban de continuo nuestra responsabilidad política hacia los presos políticos, los exiliados y los sin voz (llámense sindicalistas, políticos o gentes de a pie). Recuerdo con afecto las giras europeas, las giras por Argentina –donde la dictadura era más brutal que en Uruguay- y mis inicios como solista en Madrid bajo el franquismo. Más de una vez tuve miedo, stress,  pero también viví momentos únicos e intransferibles y conocí personas extraordinarias.

¿Ese tipo de hechos sociales ayudan más a componer que una vida como la que llevamos hoy?

Estoy interesado en la libertad en todas sus formas. Libertad de expresión, de pensamiento y de acción. El ejercicio de la libertad siempre tiene sus costos en un país como el Uruguay. Ningún político tolera de buena gana que un cantante lo ande fastidiando.

¿Qué opinión te merece el Uruguay a nivel social? Y ¿a nivel cultural?

No existe un único Uruguay. El habitante de Montevideo es una especie de mutante, un ser que ha degradado, se ha acostumbrado progresivamente a vivir en el miedo, la desconfianza,  la baja autoestima, la destrucción del entorno, conviviendo con el narcotráfico, la delincuencia y la corrupción. Sorprende su falta de rebeldía. Vivo en la Ciudad Vieja, sé perfectamente de lo que hablo. El habitante del Interior tiene otro estar, una envidiable ingenuidad y todavía cultiva la confianza mutua, el aprecio franco hacia el semejante por el sólo hecho de serlo.

Como siempre, rescato a los niños, a quienes siempre he considerado personas serias, dignas del más alto respeto.

La cultura general –individuos aparte- ha venido experimentando el mismo ritmo de regresión y autodestrucción que la población. En esto existe una enorme responsabilidad de la tilinguería propalada por los medios de comunicación, pero esta agresión es diariamente consentida por el público. O sea, las culpas se reparten.

¿Cómo surge “Canciones para no dormir la siesta”?

Surge como un producto de “Club de Teatro”,  sucedáneo de Teatro El Galpón.

¿Tenés artistas de cabecera?

Carlos Gardel, Ignacio Corsini, Tom Waits, Sting, Chico Buarque, José Afonso, Daniel Viglietti, The Beatles, Federico Chopin, Johann Sebastián Bach, Erik Satie, Claude Debussy, Héctor Tosar. En música de cine me interesan Ennio Morricone y Thomas Newman. Simpatizo mucho con la obra discográfica de Javier Ruibal.

Siendo un hombre inclinado hacia la izquierda ideológicamente  ¿Qué opinión te merece estos dos períodos del Frente en el gobierno?

El Frente Amplio tiene un problema de letra chica en el contrato. En realidad de dos letras. La letra E y la letra P. Cuando esas dos letras se adosaron a la sigla FA empezó la neutralización de sus principios. Lo que en principio fue generado como organización revolucionaria por Líber Seregni hoy es apenas un producto similar al Psoe español. Claro, salvando las distancias entre un país desarrollado y un país del tercer mundo.

¿Qué lugar ocupa la política en tu vida?

El mismo que en la vida de los demás mortales. Todo lo que le  ocurre al ciudadano depende de decisiones políticas. La diferencia estriba en que algunos nos damos cuenta y la mayoría no (o así lo parece).

Además de la música ¿realizas otras actividades en tu vida?

Hago deporte en condiciones muy duras, con el objeto de mantenerme en forma. En cualquier parte del mundo y bajo temperaturas extremas me levanto a las 6:45 para ir a fajarme a pelotazos con los tableros de la cancha de básquet más próxima. He salido a correr por la rambla en medio de tormentas espantosas. Es otra forma de cultivar la sensación de libertad.

Me apasiona el cine. Me gusta escribir artículos de opinión. He ejercido el periodismo en la época que Alfaro dirigía “Brecha”. Él no me quería perder y así me lo dijo, pero a mí me tomaba demasiado tiempo escribir los artículos. Y lo mío es cantar en público…

¿Cuáles son tus proyectos en la actualidad? y ¿qué es lo que se viene?

Jamás he dejado de cantar en público, grabar discos, diseñar espectáculos. Mi público mayoritario son los niños, con quienes tengo una relación responsable. Hace tiempo constaté que se puede llevar una vida materialmente buena con prescindencia absoluta de los diarios, las radios y la tele. Hace tiempo dejé de ir a golpear las puertas de los medios para vocear mis mercaderías. Puedo vivir perfectamente sin tener que someterme al ritmo histérico y frenético de los canales de televisión.

Este año cumplo 50 años de trabajo dentro de la música uruguaya. Estoy escribiendo mis memorias, luego de transitar por muy distintas etapas de la música popular, que es lo mismo que decir: de la historia contemporánea del Uruguay. Cuando un cantante se sube a un escenario la gente cree estar observándolo, pero en realidad sólo ve una parte muy parcial del cuadro general. Es el artista quien a través de las generaciones observa no sólo al público, sino los entretelones, lo que ocurre entre bambalinas. Cantar durante un rato es apenas un ínfimo resultado de lo que ocurre en alrededores que la gente no ve ni se imagina.

 

 

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