Es uno de los artistas históricos
uruguayos, integro grupos como Patria Libre, Aguaragua, Canciones para no
dormir la siesta y Los que Iban Cantando, sin dudas ha trascendido generaciones
con su música y en esta oportunidad Jorge Bonaldi pasó por Periodismo en tus Manos.
¿Cómo fueron tus
primeras incursiones en la música?
Considero
que la música incursionó en mi persona. Lo hizo a través de mis padres –que no
eran músicos- y de algunos familiares que estaban vinculados a la práctica
musical. Mi madre cantaba correctamente y mi padre solía silbar y también podía
reproducir melodías afinadamente. A los 4 años yo podía reproducir bien,
cantando o silbando, canciones de
estructura compleja como “ Matinata” de
Leoncavallo o el pasodoble “El Relicario”, las dos primeras de que tengo
conciencia. Mi padre escuchaba música clásica en el SODRE y me inició en la
audición de Carlos Gardel, Agustín Magaldi e Ignacio Corsini. A los 10 años de
edad descubrí a Astor Piazzolla. A los 12 conocía bien el repertorio de Palito
Ortega y sabía perfectamente quién era Federico Chopin, por quien sentía
fascinación. La práctica de la música vino a los 14 años a causa de la
aparición de los Beatles y la “British Invasión”. Debuté en público cantando
durante bastante tiempo en inglés covers de música británica o
anglo-norteamericana. Recién a los 15 aprendí a tocar la guitarra (eléctrica) y
a solfear; a los 22 a estudiar guitarra
clásica.
¿En tu caso como
transitaste el periodo de la dictadura siendo un cantante de música popular?
Me
integré a la música popular uruguaya durante la pre-dictadura, asumiendo mis
riesgos y responsabilidades hasta el advenimiento de la neo-democracia. El
período dictatorial lo viví bajo distintas formas de presión: la ejercida por
el terrorismo de estado y la ejercida por quienes nos recordaban de continuo
nuestra responsabilidad política hacia los presos políticos, los exiliados y
los sin voz (llámense sindicalistas, políticos o gentes de a pie). Recuerdo con
afecto las giras europeas, las giras por Argentina –donde la dictadura era más
brutal que en Uruguay- y mis inicios como solista en Madrid bajo el franquismo.
Más de una vez tuve miedo, stress, pero
también viví momentos únicos e intransferibles y conocí personas
extraordinarias.
¿Ese tipo de hechos
sociales ayudan más a componer que una vida como la que llevamos hoy?
Estoy
interesado en la libertad en todas sus formas. Libertad de expresión, de
pensamiento y de acción. El ejercicio de la libertad siempre tiene sus costos
en un país como el Uruguay. Ningún político tolera de buena gana que un
cantante lo ande fastidiando.
¿Qué opinión te
merece el Uruguay a nivel social? Y ¿a nivel cultural?
No
existe un único Uruguay. El habitante de Montevideo es una especie de mutante,
un ser que ha degradado, se ha acostumbrado progresivamente a vivir en el
miedo, la desconfianza, la baja
autoestima, la destrucción del entorno, conviviendo con el narcotráfico, la
delincuencia y la corrupción. Sorprende su falta de rebeldía. Vivo en la Ciudad
Vieja, sé perfectamente de lo que hablo. El habitante del Interior tiene otro
estar, una envidiable ingenuidad y todavía cultiva la confianza mutua, el
aprecio franco hacia el semejante por el sólo hecho de serlo.
Como
siempre, rescato a los niños, a quienes siempre he considerado personas serias,
dignas del más alto respeto.
La
cultura general –individuos aparte- ha venido experimentando el mismo ritmo de
regresión y autodestrucción que la población. En esto existe una enorme
responsabilidad de la tilinguería propalada por los medios de comunicación,
pero esta agresión es diariamente consentida por el público. O sea, las culpas
se reparten.
¿Cómo surge
“Canciones para no dormir la siesta”?
Surge
como un producto de “Club de Teatro”,
sucedáneo de Teatro El Galpón.
Carlos
Gardel, Ignacio Corsini, Tom Waits, Sting, Chico Buarque, José Afonso, Daniel
Viglietti, The Beatles, Federico Chopin, Johann Sebastián Bach, Erik Satie, Claude
Debussy, Héctor Tosar. En música de cine me interesan Ennio Morricone y Thomas
Newman. Simpatizo mucho con la obra discográfica de Javier Ruibal.
Siendo un hombre
inclinado hacia la izquierda ideológicamente
¿Qué opinión te merece estos dos períodos del Frente en el gobierno?
El
Frente Amplio tiene un problema de letra chica en el contrato. En realidad de
dos letras. La letra E y la letra P. Cuando esas dos letras se adosaron a la
sigla FA empezó la neutralización de sus principios. Lo que en principio fue
generado como organización revolucionaria por Líber Seregni hoy es apenas un
producto similar al Psoe español. Claro, salvando las distancias entre un país
desarrollado y un país del tercer mundo.
¿Qué lugar ocupa la
política en tu vida?
El
mismo que en la vida de los demás mortales. Todo lo que le ocurre al ciudadano depende de decisiones
políticas. La diferencia estriba en que algunos nos damos cuenta y la mayoría
no (o así lo parece).
Además de la música
¿realizas otras actividades en tu vida?
Hago
deporte en condiciones muy duras, con el objeto de mantenerme en forma. En
cualquier parte del mundo y bajo temperaturas extremas me levanto a las 6:45
para ir a fajarme a pelotazos con los tableros de la cancha de básquet más
próxima. He salido a correr por la rambla en medio de tormentas espantosas. Es
otra forma de cultivar la sensación de libertad.
Me
apasiona el cine. Me gusta escribir artículos de opinión. He ejercido el
periodismo en la época que Alfaro dirigía “Brecha”. Él no me quería perder y
así me lo dijo, pero a mí me tomaba demasiado tiempo escribir los artículos. Y
lo mío es cantar en público…
¿Cuáles son tus
proyectos en la actualidad? y ¿qué es lo que se viene?
Jamás
he dejado de cantar en público, grabar discos, diseñar espectáculos. Mi público
mayoritario son los niños, con quienes tengo una relación responsable. Hace
tiempo constaté que se puede llevar una vida materialmente buena con
prescindencia absoluta de los diarios, las radios y la tele. Hace tiempo dejé
de ir a golpear las puertas de los medios para vocear mis mercaderías. Puedo
vivir perfectamente sin tener que someterme al ritmo histérico y frenético de
los canales de televisión.
Este
año cumplo 50 años de trabajo dentro de la música uruguaya. Estoy escribiendo
mis memorias, luego de transitar por muy distintas etapas de la música popular,
que es lo mismo que decir: de la historia contemporánea del Uruguay. Cuando un
cantante se sube a un escenario la gente cree estar observándolo, pero en
realidad sólo ve una parte muy parcial del cuadro general. Es el artista quien
a través de las generaciones observa no sólo al público, sino los entretelones,
lo que ocurre entre bambalinas. Cantar durante un rato es apenas un ínfimo
resultado de lo que ocurre en alrededores que la gente no ve ni se imagina.
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