El
Uruguay tiene la particularidad y la suerte de que no tiene una religión oficial,
es decir que tenemos libertad de culto, durante muchos años la iglesia católica
ha buscado interferir en determinadas decisiones pronunciando su opinión ante
caminos que han tomado los diferentes gobiernos.
Cada
día que pasa son menos los fieles de las diferentes iglesias, durante la crisis
del 2002, las iglesias protestantes tuvieron un gran caudal de “creyentes” que
buscaban una esperanza en algo y ahí quizás la encontraron, con el paso de los
años la situación económica de los uruguayos mejoro y los fieles se fueron
alejando de apoco de la religión.
Quizás
la iglesia católica ha sido siempre un poco más ambiciosa en el sentido de
querer interferir en la educación pública, hecho que no lo debería permitir ningún
mandatario, ya que los católicos no son ni más ni menos que nadie a nivel
religioso, para uno que está lejos de cualquier tipo de creencia tiene el mismo
peso un católico, un protestante o un umbandista.
Obviamente
que a aquel que es creyente, le molesta que el Estado avance en lo que tiene
que ver con las leyes referidas a la igualdad de género ya que va totalmente en
contra de su creencia, pero existe algo
que el último gobierno se ha encargado de incorporar que es la inclusión social.
Gabriel Cortazzo
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