miércoles, 25 de marzo de 2015

MONSANTO Y SU REPERCUSION EN EL URUGUAY



Monsanto es una productora de semillas multinacional que ha logrado introducir sus productos a diferentes países con el fin de aumentar y mejorar las producciones en cuanto al rendimiento por hectárea de las semillas. A través de los químicos utilizados para mejorar las simientes acelera un proceso que naturalmente demoraría alrededor de 10 años, obviamente que para los productores es un avance sin precedentes que hace que se afilien a este tipo de productos para lograr mejor rendimiento en menos tiempo, lo que indudablemente derivara en una mejor ganancia económica.

Pues bien el uso de la soja transgénica si bien tiene todos los beneficios anteriormente mencionados para los productores, tiene una gran cuota negativa para la tierra, el medio ambiente y los habitantes de las zonas en las cuales se llevan a cabo las plantaciones con estas semillas. en los Estados Unidos diferentes medios de comunicación la bautizaron como “la semilla del diablo” con este proceso Monsanto busca lograr que todas las semillas sean transgénicas en vez de que se utilice el viejo método de que una parte de la plantación genere semillas para la próxima vez que ese cultivo sea plantado.

El gran problema radica en que de la mano de las semillas transgénicas vienen los agro tóxicos, que son aquellos tóxicos que se le colocan a las plantas para matar a sus depredadores y mejorar supuestamente la calidad y la imagen del producto, (por ejemplo esos tomates enormes que vemos en los supermercados fuera de su fecha natural) los agro tóxicos generalmente se dan en las grandes extensiones de campo con una avioneta, hecho que actualmente está afectando a las poblaciones del interior de nuestro país ya que estos componentes químicos terminan afectando la salud de las personas que habitan en estos lugares pero principalmente los que están trabajando en las plantaciones en el momento en que es esparcido este producto desde el aire.

Uno de los problemas que tenemos hoy por hoy en el Uruguay quizás menos grave que el de la expulsión del químico sobre los lugares donde hay gente, es que no tenemos forma alguna de saber si el producto que llevamos a nuestra mesa es transgénico ya que no hay etiqueta o leyenda alguna que lo indique, obviamente esto haría perder ganancias porque la gente elegiría no consumirlos, pero le daría al consumidor la posibilidad de una elección entre que poner en su mesa y que no. 

Gabriel Cortazzo

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