Parece
mentira que en pleno 2014, no se haya podido distinguir aun, que el futbol es
un deporte, del que viene de la mano un espectáculo, que se vende a todo el
mundo y por el cual mucha gente fanática hincha por diferentes clubes y
selecciones, compran camisetas y todo tipo de vestimentas identificativas con
los colores de su preferencia. Nada más, no existe nada más que eso. Ni el futbol ni ningún otro deporte brinda más que eso en un
espectador, un momento de entretenimiento, de alegría o de tristeza. De ahí es
que no se justifica, cuando vemos hechos de violencia de cualquier tipo dentro
y fuera de los escenarios deportivos.
Llama
mucho la atención que una persona como Víctor Hugo Morales, con sus años de
trayectoria y su gran carrera periodística, haya hecho un comentario con tanta
vehemencia hacia los rivales que le ganaron la final de la Copa del Mundo. El festejo
de los alemanes fue como cualquier otro, quizás hasta más educado se podría decir que el de un
rioplatense o los sudamericanos, no agraviaron a nadie y simplemente se rieron
un poco de su rival, hecho que es totalmente valido en este deporte. De ahí a decir que "en su comportamiento, filosóficamente, son unos nazis
asquerosos. Si se animan a hacer eso es porque todavía hay alemanes que se lo
festejan".
Me
parece que hay una distancia considerable de la realidad a esto, como en todos
los aspectos de la vida se gana y se pierde, hay que aprender a tomarse las
cosas con un poco más de humor y sobre todos los argentinos que disfrutan mucho
haciéndole bromas a los demás países, con canticos alusivos y hasta a veces con
la utilización de términos claramente ofensivos hacia los demás países.
Hay
que aprender a separar, la política del deporte, no se lo puede poner al mismo
nivel, el futbol es algo trivial, para pasar un buen momento, aprendamos de una
vez por todas que el futbol no va a cambiar nada en el mundo, ni puede influir
en la situación social de un país, ni quitar el hambre, ni parar una guerra, es
simplemente un deporte y sobre todas las cosas un gran negocio.
Gabriel Cortazzo
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