Si
bien hoy comenzó el mundial y probablemente todo el mundo esté hablando de
futbol para mí la noticia más relevante de este día es que Jorge Larrañaga en
un acto sorpresivo para muchos acepto integrar la fórmula del Partido Nacional.
Basta con recordar hace unos días atrás cuando hacíamos un artículo sobre esta situación
pre suponiendo que difícilmente aceptara nuevamente ser el “dos” del partido, y
más tratándose de que el “uno” es el hijo de su anterior rival con quien también
había perdido.
El
pasado fin de semana, los distintos medios informaban a cerca de una carrera
que corrió un caballo de Jorge Larrañaga que en un claro paralelismo con su
vida fue primero durante toda su carrera, y en los últimos metros lo pasan y
queda segundo, una cronista muy atinada que presencio este espectáculo comento”es
la segunda semana seguida que sale segundo”.
Obviamente
detrás del “guapo” hay mucha gente que tiene ciertos intereses políticos los
cuales depende de las decisiones que él tome, por eso luchan por la famosa “unión”
del partido, sin ir muy lejos todos los intendentes se unieron buscando
convencerlo para que volviera.
Cuando
pronuncio aquel discurso el primero de junio dejando más dudas que certezas uno
podía imaginar que existía cierto orgullo que de alguna manera lo hacía tomar
distancia de esta situación, pero pasados los días y una vez que se enfrió todo
el orgullo, también se disipo y una vez más acepta ser el dos, como en las elecciones
pasadas, en las internas, en la carrera con su caballo y ahora junto a Lacalle
Pou de cara a las elecciones nacionales.
Todos
sabemos que una jugada de este tipo intenta unir al partido, para que en las próximas
elecciones ambos sectores apunten hacia el mismo lado y no exista una fuga de
votos hacia otro partido, pero no se dan cuenta que para muchos otros votantes
que pueden estar en la duda, una acción de este tipo no hace más que alejarlos,
ya que queda muy al descubierto que es todo cuestión de intereses personales y
no por el partido como ellos nos intentan aclarar en su discurso.
Gabriel Cortazzo
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