Se
jugó un nuevo clásico entre tricolores y aurinegros, pero más allá del
resultado se pudieron observar otro tipo de cosas.
Muchas
veces nos quejamos cuando vemos reiterados hechos de violencia, todos los días cuando
salimos a la calle y nos quejamos de la inseguridad, muchos hasta buscaron
soluciones proponiendo la baja de la edad de imputabilidad, pero cuando
enfrente de nosotros tenemos un espectáculo tan masivo como un clásico, lo mínimo
que podemos esperar es que transcurra en paz y que los jugadores que en muchos
casos son referencia, de generaciones menores demuestren que simplemente es un
juego y nada más.
Desde
el arranque del partido y en cada jugada
la violencia estuvo plasmada en cada falta y cada corte de juego que hizo que
el partido fuera bastante denso.
Después
tuvimos diferentes incidencias en las cuales estuvo a punto de perderse la
cordura en absoluto, como por ejemplo en la salida de Pacheco y su demora, para
entregar el brazalete de capitán que género el enojo de los jugadores
tricolores que lo quisieron empujar ellos mismos hacia afuera, fue en ese
momento que apareció Macaluso para sacarlo. Pacheco que hasta ese momento había
convertido el único gol del partido se fue lentamente y saludando a su
parcialidad, quizás en gesto que se puede tomar como una demostración de
superioridad frente a la afición tricolor.
Más
tarde llego, la falta de Damián Macaluso que determino su expulsión, haciendo
volar por los aires a el jugador de Nacional Fernández, hubo faltas empujones e
insultos de todo tipo que la cantidad de cámaras presentes en el estadio
pudieron captar, pero quizás la acción más repudiable de todas fue la invitación
del arquero Migliore, hacia un jugador de Nacional a pelear, mostrándole que se
sacaba los guantes de arquero y que podían pelear ahí mismo, por suerte para
todos simplemente quedo en una invitación.
Más
tarde fue expulsado Santiago Romero por convertir también una infracción subida
de tono. Dejando a ambos equipos con diez jugadores y equiparando las
situaciones. No cabe dudas que podríamos hacer un análisis futbolístico de todo
lo que sucedió (si hubieran jugado a algo) pero me parece que es más
trascedente que muchas veces nos quejamos de cómo está la sociedad uruguaya de
violenta, pero consumimos violencia permanentemente cuando prendemos la televisión,
inclusive a la hora de mirar un partido de futbol como este.
Si
desayunamos violencia, almorzamos violencia y cenamos violencia, es obvio como
nos vamos a manejar en la vida, obviamente que de un partido como este cada uno
hace la lectura que quiere, yo en el medio del aburrimiento que me produjo,
pude observar esto, la decadencia de una sociedad plasmada en el partido más
importante de su torneo local.
Gabriel Cortazzo