viernes, 2 de febrero de 2024

¿EXISTE LA REHABILITACION DE NUESTRO SISTEMA PENITENCIARIO?

 

Hace ya varias décadas que en Uruguay los éxitos de los diferentes Ministerios del Interior de turno se van midiendo de acuerdo con la cantidad de personas que ingresan en las distintas cárceles del país, en una especie de proceso de amontonamientos de humanos que deben de encontrar su lugar y espacio acomodándose como piezas de un tetris para poder subsistir.

Estos seres pasaran varios años de su vida de esa forma cumpliendo penas que en muchos casos poco tienen que ver con el delito cometido, ahora la pregunta es la siguiente ¿este sistema sirve para algo? El cometido inicial en los albores de la historia para una persona que quedaba encarcelada era el de cumplir una condena impuesta por las autoridades, por haber transgredido algún tipo de normativa o reglamentación que aseguraba la vida o el bienestar a nivel social.

El castigo previsto tenía como objetivo que, una vez cumplida la pena, la persona pudiera salir rehabilitada y que no quisiera volver a pasar por esa situación nunca más en su vida, cambiando de actitud y además en muchos casos haciéndole saber a su entorno que esa experiencia no era para nada recomendable.

Obviamente esto con los años fue variando y las realidades de aquellos que quedan al margen de la sociedad cada vez se han ido recrudeciendo más. Así como unos avanzan y mejoran, del otro lado otros empeoran y se alejan sustancialmente de una integración que los haga formar parte de un colectivo.

El gran punto de partida de esta situación surgió cuando estas personas se dieron cuenta que realmente no tienen nada para perder y que el sistema de reclusión les brindara un techo y un plato de comida seguros todos los días, mientras que al estar libres estos dos puntos son una preocupación del diario vivir. Esta realidad ha generado que a la hora de cometer cualquier tipo de delito no se midan las consecuencias entre lo que se busca obtener y cual puede ser la consecuencia logrando que sucedan hechos catastróficos e inimaginables para una sociedad que décadas atrás no sufría este tipo de preocupaciones.

La condiciones precarias de reclusión, sin dudas son las que marcan un intensificación en las formas de ser en quienes allí cohabitan, por otro lado, en el Uruguay no existe la cadena perpetua, por lo que tarde o temprano, todas estas personas volverán a la libertad y a formar parte de un entorno que los mirará con recelo y que desde el inconsciente en muchos casos los volverá a excluir colocándolos en un lugar marginal.

Sin dudas que la reclusión es necesaria, pero debe de transformarse en algo efectivo y hasta en algún punto positivo para el ser que atraviesa esa situación, el devolverle a la sociedad personas más peligrosas de las que entraron en ese sistema sin dudas no ayuda en nada a que esto cambie. A mediados del año 2023 se lograron contabilizar 15.000 personas privadas de libertad en el Uruguay.

Las cifras marcan que cuatro de cada mil uruguayos están presos, haciendo crecer este número de forma imparable a través de veinte años, con esto también ha crecido el hacinamiento, la precariedad y el acceso irrefrenable de los reclusos a las drogas que termina siendo la única salida para evadir una realidad absolutamente nefasta y sin sentido alguno.

Al ritmo que vienen avanzando los números casi ininterrumpidamente se esperan que estos porcentajes sigan creciendo, factores externos a la delincuencia como la falta de empleo o las crisis de tipo social, son las que desencadenan que personas que jamás pensaron en delinquir lo terminen haciendo como un intento de supervivencia.

Hay muchos elementos a corregir, pero sin dudas que el tener una población con mayor educación puede llegar a promover una baja en los hechos delictivos, el gran problema es que para que esto suceda el Estado debe de invertir tiempo y dinero, con los errores a la vista del pasado es posible mejorar el futuro, pero la complejidad radica en que quienes dirigen esto puedan entender que los resultados positivos muchas veces no tienen que ver explícitamente con el crecimiento de números sino con la mejora en aspectos que hacen al día a día de las personas.

 

 

 

 

 

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