Es muy difícil poder entender como situaciones o costumbres a
las que nos adaptamos, pueden cambiar de un momento a otro y jamás volver a ser
lo mismo, estos últimos años a nivel laboral han sido bastante duros, en el
Uruguay, quizás el sector más afectado ha sido el de la industria el cual es
bastante particular en cuanto a la permanencia de los trabajadores.
El sorpresivo cierre de una empresa que alberga empleados de
más de 20 años ahí adentro, marca sin dudas un quiebre en las vidas de esas
personas, muchas veces ya entradas en años, creyendo que ahí mismo se jubilarían,
pero la circunstancias de la vida marcan de que no.
La acumulación de estas situaciones en tan corto tiempo generaran
sin dudas cambios en la sociedad, que pasa a encontrarse con gente de más de 40
años desocupada, después de muchos años de trabajo en un mismo lugar y sin
saber para donde arrancar. Esta situación obviamente decantara en una crisis de
tipo económica y emocional en estas personas a la cual todos deberíamos estar
atentos.
Son realmente injustos los requerimientos que se estilan
pedir para tomar a un empleado en donde si tiene más de cuarenta es muy difícil
que se lo tome, a pesar de que aporte experiencia y pueda generar un
crecimiento real a una empresa. El empresariado se ha volcado por los jóvenes,
que obviamente son más baratos y más fáciles de dominar a la hora de marcar las
pautas de trabajo.
Es muy difícil poder remontar un país y una sociedad en la
que un sector productivo de la población es excluido y hasta a veces marginado,
ya que una vez que pasan por la experiencia traumática de ser echados, tienen
que aceptar subsistir en trabajos que acepten tomarlos por mucho menos dinero
del que ganaban.
Quizás también sea un problema del Gobierno que en algún momento
va a tener que definir hacia donde pretende apuntar la economía, si somos un país
de turismo y servicios o dedicarnos definitivamente a industrializar el
Uruguay.
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