El agua, territorios, problemas de fe, necesidades de imponerse como potencias mundiales, diferentes recursos naturales o cualquier tipo de excusa del momento sirve para poder iniciar una guerra, generalmente esta viene seguida de una masacre y de un desmoronamiento de la estabilidad económica a nivel regional y mundial.
El pensar en un conflicto bélico en siglos anteriores, era como una especie de respuesta a una provocación. Con el paso del tiempo todo pudo mejorar, pero no. La manera de pensar actual nos enmarca en mundo necesitado de imposiciones y con una clara necesidad de poder explicarle al otro quien es el que manda.
Si hacemos un rápido racconto desde los ataques del 2001 a las Torres Gemelas en Estados Unidos, no han parado de existir año tras año y en todo el mundo acciones de tipo bélico que han llevado al caos y a la destrucción de ciudades enteras ya que además de morir gente inocente en manos de quienes poseen las armas, después aparecen problemas secundarios como el hambre, las enfermedades o el simple hecho de tener que huir del lugar de origen para las personas que quedan vivas.
El desarraigo y el sufrimiento por la pérdida de seres queridos de forma casi inexplicable termina marcando la vida de aquellos que le son esquivos a las balas. Es extraño pensar que durante toda la historia este tipo de realidades se ha intentado zanjar detrás de los escritorios con gente que opina sin tener mayor idea de que es vivir una situación como esta.
No cabe duda de que nuevas realidades como el cambio climático o catástrofes de tipo natural llevaran a enfrentamientos en busca de la supervivencia, en una acción casi que instintiva del hombre por sobrevivir, pero como siempre imponiéndose sobre el más débil.
Un estado de guerra constante hace que se empiece a perder noción de que es lo normal y que los conceptos de paz conocidos empiecen a cambiar o al menos tengan un corrimiento hacia algo más adaptable a lo que nos toca vivir, es decir una realidad de conflicto en la que los países que no participan activamente de la contienda, de cualquier manera, deben de tomar una postura determinada ante esa realidad y colocarse, aunque sea de forma simbólica en uno de los dos bandos.
Ma allá de todas las complejidades que nos traen los nuevos tiempos para poder adaptarnos, el solo pensar en que un conflicto bélico puede desatarse en cualquier momento nos enmarca en un estado de alerta constante que no hace más que mostrarnos una realidad tan simple como la de que todo el tiempo estamos en pie de guerra.
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