viernes, 4 de agosto de 2023

OMITIR INTRO

 

Quizás estas dos palabras hace unos años atrás no nos significarían mucho, o al menos no serían tan populares como concepto en conjunto, al punto de que casi todo el mundo más o menos entiende a que se refieren cuando piden omitir la introducción.

La actualidad nos ha empezado a marcar que más allá de ser simples grafemas, se convirtieron en una forma de vivir. Hoy todo tiene que ir más rápido de lo que es naturalmente, nos aburre esperar, adelantamos la velocidad de los audios de WhatsApp porque escuchar más de un minuto es una pérdida de tiempo tremenda. En los productos de carácter artísticos, todo aquello que genere una demora en el contenido real que esperamos consumir, estorba. Plataformas digitales como YouTube ya está desarrollando la opción de poder acelerar los videos que se miren en el celular con la intención de poder llegar antes al final claro está.

 Pensar en carreras de formación técnicas de muchos años que nos quiten parte de nuestro tiempo de vida para avalar lo que sabemos es casi que una molestia y una incomodidad, al punto de transformarse en algo difícil de explicar para las nuevas generaciones.

La realidad de la educación y la velocidad se han visto afectadas de tal manera, que hoy en día en el Uruguay existen planes, para quienes hayan abandonado los estudios primarios o secundarios de darles la posibilidad de ir adelantando años en meses para poder avanzar más rápido. Si bien esto puede ser una solución en algunos casos, hace perder la esencia misma de adquirir conocimientos variados de una forma profunda y paulatina como lo estipulan los planes de estudio habituales.

Por otra parte, correr y apurarnos por todo a veces parece que es un verdadero sin sentido ya que no existe un lugar o un punto a donde llegar, siempre nos estamos retroalimentado de nuevas necesidades que nos vuelven a poner en carrera para intentarlo una vez más, cuando creemos estar llegando a la meta, la Zanahoria se vuelve a alejar y otra vez reiteramos el proceso de perseguirla convirtiendo el propósito de nuestra vida en una constante carrera sin meta de llegada.

Obviamente esta idea de ver y entender un mundo mucho más acelerado, parte desde una perspectiva muy relacionada con la manera de vivir en el siglo XX que, si bien conforme pasaron los años, empezó a existir un cierto empuje social que hizo aparecer términos como estrés o bullyng, impensados al principios del 1900, ya adentrados en el siglo XXI palabras como viral o inmediatez marcan la agenda del día a día y elevan mucho más la vara de hasta qué punto se puede llegar en la búsqueda de intentar satisfacer nuestras necesidades.

Nos cuesta mucho darnos cuentas que en realidad la mayoría de las cosas que buscamos son simples acciones que intentan darle emoción al día a día que necesita de ciertas operaciones que generen un sentido y den motivo a nuestra propia existencia, si bien esta realidad siempre ha existido en el ultimo tiempo se ha empezado a complejizar cada vez más por la sensación de insatisfacción constante que sentimos por todo.

 

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