El regreso del
invierno con mucha fuerza y el hecho de que mucha gente esté en situación de
calle, ha dejado a la vista lo mucho que nos falta para ser una sociedad, en
donde nos importe un poco el de al lado, o por lo menos aquel que más necesita.
La
muerte de una persona que vivía en la calle, la cual intento pedir ayuda en un
refugio del MIDES y se le dijo que no había lugar, mostró lo poco que nos
importamos, mas allá de esperar que el Estado cumpla con su rol de darle
protección a la ciudadanía, el resto de nosotros, todos los días nos encontramos con gente que
necesita ayuda y a veces no entendemos que por mínimo que sea lo que podemos
hacer, para ellos es un montón, como en este caso, con una simple acción de
preocuparse un poco más o intentar reubicarlo pudo salvar una vida.
Sería
realmente una pérdida de tiempo entrar en el debate filosófico de porque están
ahí y como llegaron a esa situación y de pensar también que son una carga y una
molestia para el resto de la sociedad que se esfuerza por hacer las cosas bien,
pero este tipo de dichos es lo más repetido y lo que más se escucha, ya que
nadie se quiere enfrentar a estas problemáticas y es más fácil criticar, mirar
para el costado y hacer como que nada pasa, eso lo venimos haciendo hace
décadas y cada año que pasa aumenta más el número de gente que vive en la
indigencia, sin contar los que mueren por diversas razones y ni nos enteramos
porque no salen en las noticias.
La
apuesta del Gobierno actual es sacar a toda aquella gente que está en situación
de calle de ese lugar, pero habría que ver de qué manera lo hacen y cuál sería
el plan, por otro lado, si tuviéramos una actitud más colaborativa entre todos
seria mucho menor el número de personas que pasa mal o que llega al límite en
estos casos, no solo el Estado como tal, soluciona problemas sociales, las
buenas actitudes de la población también lo puede hacer.
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