domingo, 22 de abril de 2018

LAS SIETE VIDAS DE LOS POLITICOS URUGUAYOS


No es nada raro pensar que el gran cambio que ha tenido la política uruguaya en los últimos años es el de la búsqueda de la permanencia en los lugares de privilegio.


Atravesamos la tercer legislatura del Frente Amplio gobernando el país, partido que llego a lo más alto del poder en un momento en el que los uruguayos necesitábamos un cambio real en nuestra vida. Los años han pasado y si bien es indudable que han generado acciones muy buenas que nos han colocado a la vanguardia en lo referente a políticas sociales en comparación con otros países de América, en el fondo no han hecho más que demostrar que la raza del político busca lo mismo sin importar el color o la bandera que defienda.

Es muy difícil de entender porque si un trabajador común y corriente se jubila a los sesenta años de edad, hemos tenido presidentes de setenta y hasta ochenta años, quizás esta sea la muestra más cabal de lo que les cuesta desprenderse de una teta que no hace más que generarle elevadísimos ingresos con lo que probablemente mantengan a varias generaciones de su familia.

Cada vez más los partidos políticos en Uruguay empiezan a funcionar como empresas en donde sus principales actores cumplen funciones que generan algún tipo de beneficio a la colectividad para que pueda seguir existiendo como tal, en este caso la pregunta es ¿Por qué no se genera una rotación de la gente que forma parte de los partidos? ¿Por qué siempre son las mismas caras las que están al frente? Sin ir más lejos en el caso del Partido Nacional todos sabemos que Luis Lacalle Pou y Jorge Larrañaga serán los que comanden su interna, ya se perdió la cuenta de la cantidad de veces que se presentaron para ser presidentes, ¿esto es válido para generar una democracia que luche contra la corrupción?

Al parecer el político uruguayo es una raza inmortal, que perdura en su puesto o bancada hasta el final de sus días sin importar que exista una sana renovación para la masa de votantes la cual termina quedándose sin opciones y votando al menos malo y no al mejor, ya que está saturado de saber cómo todos los que forman parte de los diferentes partidos desde el lugar que les toque se llevan la mayor cantidad de plata posible sin importar el bienestar de la población que en definitiva seria el fin de un político, pero termina siendo una excusa de acceso al dinero que los elevados sueldos del gobierno les hacen llegar.
 

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