martes, 6 de febrero de 2024

ENTREVISTA A JUAN JOSE DE MELLO

 Es de los artistas más emblemáticos que ha dado el Uruguay, si bien nació en el otro extremo del país, la capital lo ha sabido adoptar como propio, cuenta con la particularidad de haber trascendido fronteras con su música, llegando a puntos del planeta inimaginables para un artista de su género musical, además de no haber perdido vigencia con el paso del tiempo.

En esta oportunidad paso por Periodismo en tus Manos Juan José de Mello.


¿Cómo fueron tus inicios en la música y tu llegada a la capital desde el interior?

 Lo primero fueron las clases de piano y solfeo por Yolanda Canabarro, en Artigas, iniciadas a mis 8 años; luego la participación en el coro escolar y (a los doce años) mi llegada al conjunto “Los planetarios”, de Artigas, debutando en “Las Palmas” de Bella Unión en 1965. A partir de entonces, también en Artigas, participé de la orquesta “Los Panameños”, del grupo folclórico “Los Chihuancos” (con Irio Suárez y Miguel Angel de los Santos), de la banda “Sounder Internacional” y de formaciones orquestales para la animación de los bailes de carnaval. Ya inclinándome por la música de raíz folclórica, mantuve por varias temporadas audiciones radiales en “La voz de Artigas”, “Frontera” y Cuareim” con frecuentes participaciones en programas de Canal 3 donde también hicimos especiales con “Los Chihuancos” y luego mis especiales como solista. En 1970, con “Los Chihuancos”, llego a Montevideo por primera vez como cantante, grabando un disco con cuatro temas y participando del envío televisivo “Gente Joven” que conducía Elías Turubich en Canal 4. En 1974, con los guitarristas Héctor y César de Souza primero y con los hermanos Sánchez Picón luego, realizo mis primeras grabaciones como solista en Radio “La voz de Artigas”. Entre los primeros registros: el vals “Del regreso” y el candombe “Rompiendo parches” que, en 1975, grabé en Montevideo con Juan Agustín Sánchez Picón, Irio Suárez y Jesús María Sánchez Picón, para el primer sencillo como solista. En 1977 se editó, por Sondor, mi primer sencillo profesional con los temas “Del regreso” y “Mocita de frontera”. Luego de presentaciones en varios departamentos y la firma del primer contrato discográfico, Sondor lanza “Amigos”, disco de integración del que participan Eduardo Larbanois, Carlos Benavides, Mario Carrero y Wáshington Benavídez. El buen recibimiento de público y crítica a este trabajo posibilitó una proyección nacional; a partir del “Cantor”, ya comenzaron las giras por exterior.

 ¿Qué influencias se pueden detectar en la música que haces? y ¿Por qué están presentes?

 De los creadores que conocí primero, gracias a las clases con Yolanda Canabarro, Beethoven fue el más notorio, ya cuando la etapa en “Los planetarios” me envolvió la ola The Beatles y el primera camada de rock brasilero, en la etapa con “Los Panameños” la influencia principal fueron Los Wawancó y la música brasilera con Roberto Carlos, Renato y sus Blue Caps, Chico Buarque, Caetano y la Nordestina. Ya con “Los Chihuancos” llegaron Alán Gómez, Zitarrosa, Carbajal, Viglietti, Los Olimareños, Osiris, Sampayo y Grau. Ahí comenzó, gracias al Profesor Aníbal Alves, mi interés por otros creadores uruguayos y, a partir de su amigo Víctor Lima, conocí luego la obra de Ruben Lena, Nancy Bacelo, Walter Ortiz y Ayala, Ildefonso Pereda Valdés y Armando Tejada Gómez. A todos y a cada uno los llevo en la música que hago, la que creo y la que interpreto, porque les creo y comparto esa cosmovisión.

¿Cuál sería el camino para que las nuevas generaciones sigan promoviendo el canto popular de nuestro país?

 No creo en fórmulas y no soy bueno para los consejos escritos o dichos; creo sí en el ejemplo que dejan los hechos por lo que, si hay un camino, creo que hay que atender la obra que han dejado Osiris, Sampayo, Grau, Gómez primero y Víctor Lima, Ruben Lena, Zitarrosa, Carbajal, Viglietti, Benavídez, Bacelo, Ortiz y Ayala, Benedetti y Velázquez, entre tantos buenos creadores posteriores.

¿Cuánto crees que puede influir la educación en el tipo de música que uno consume?

 La educación, esa transmisión normalista, a nivel general, creo que influye cada vez menos salvo la que se genera en lo académico; la cultura si es determinante. Lo que nos llega en el ambiente familiar, lo que llega través de los medios de comunicación y - particularmente – a través de las plataformas digitales me parece la mayor influencia.

 ¿Qué lugar crees que tiene hoy en día el folclore y el canto popular en la sociedad uruguaya?

 Las tendencias actuales, aparentemente, van por el lado del ritmo, del entretenimiento y el que le hayan creado, a las nuevas generaciones, la necesidad de pertenecer a un mundo que nos es ajeno, a extrañar parajes que nunca hemos visitado, olvidando, en parte, la identidad que ha tenido siempre nuestra música por su atención al texto y a la riqueza melódica (y no solamente la de raíz folclórica y el canto popular). Así y todo, la presencia de nuestra música folclórica y el canto popular conserva una marcada presencia, sobre todo en la radiodifusión y con la aparición de una nueva camada de cultores que mantienen viva la llama. Por otra parte, creo que lo bueno permanece y lo que es moda y tendencia pasa bastante rápido.

  ¿Cómo vivís la adaptación a las nuevas tecnologías y formatos de la música?

 Estupendamente; quizás mi pasaje por Estados Unidos cuando el nacimiento de todo esto lo haya determinado así. Me parecen buenas herramientas y nos han permitido llegar a lugares que ni siquiera soñábamos.

¿Cuál es la receta para poder seguir produciendo nuevos contenidos con el paso de los años sin caer en la reiteración?

 Ya te decía que no creo en fórmulas (ni en otro consejo que el ejemplo); en lo personal siento que debo crear, corregir y proponer, solamente aquello que sienta necesidad de comunicar, eso hasta ahora me ha permitido mantenerme a salvo de la reiteración.

 ¿A qué crees que se debe tu éxito en países que muchas veces ni siquiera hablan español?

Creo que se debe a que la música es una suerte de idioma universal; podemos no saber cuáles son las reglas de su construcción, y no saber literalmente que se ha escrito, pero ese encuentro en el aire de texto y melodía que es la canción nos llega siempre.

 ¿A tu entender, qué rol cumplen los diferentes hechos artísticos en nuestra sociedad, muchas veces con la mente puesta en las problemáticas que la aquejan en el día a día?

 Creo que lo artístico permite siempre hacer algo con alguien y esa comunión de esfuerzos y propósitos nos permite vivir mejor.

 ¿Cómo imaginas al Uruguay dentro de veinte años?

 Es de esperar que mejor y menos injusto que hoy día. Creo en nuestros jóvenes, en la buena semilla que han dejado nuestros mayores.


 

 

viernes, 2 de febrero de 2024

¿EXISTE LA REHABILITACION DE NUESTRO SISTEMA PENITENCIARIO?

 

Hace ya varias décadas que en Uruguay los éxitos de los diferentes Ministerios del Interior de turno se van midiendo de acuerdo con la cantidad de personas que ingresan en las distintas cárceles del país, en una especie de proceso de amontonamientos de humanos que deben de encontrar su lugar y espacio acomodándose como piezas de un tetris para poder subsistir.

Estos seres pasaran varios años de su vida de esa forma cumpliendo penas que en muchos casos poco tienen que ver con el delito cometido, ahora la pregunta es la siguiente ¿este sistema sirve para algo? El cometido inicial en los albores de la historia para una persona que quedaba encarcelada era el de cumplir una condena impuesta por las autoridades, por haber transgredido algún tipo de normativa o reglamentación que aseguraba la vida o el bienestar a nivel social.

El castigo previsto tenía como objetivo que, una vez cumplida la pena, la persona pudiera salir rehabilitada y que no quisiera volver a pasar por esa situación nunca más en su vida, cambiando de actitud y además en muchos casos haciéndole saber a su entorno que esa experiencia no era para nada recomendable.

Obviamente esto con los años fue variando y las realidades de aquellos que quedan al margen de la sociedad cada vez se han ido recrudeciendo más. Así como unos avanzan y mejoran, del otro lado otros empeoran y se alejan sustancialmente de una integración que los haga formar parte de un colectivo.

El gran punto de partida de esta situación surgió cuando estas personas se dieron cuenta que realmente no tienen nada para perder y que el sistema de reclusión les brindara un techo y un plato de comida seguros todos los días, mientras que al estar libres estos dos puntos son una preocupación del diario vivir. Esta realidad ha generado que a la hora de cometer cualquier tipo de delito no se midan las consecuencias entre lo que se busca obtener y cual puede ser la consecuencia logrando que sucedan hechos catastróficos e inimaginables para una sociedad que décadas atrás no sufría este tipo de preocupaciones.

La condiciones precarias de reclusión, sin dudas son las que marcan un intensificación en las formas de ser en quienes allí cohabitan, por otro lado, en el Uruguay no existe la cadena perpetua, por lo que tarde o temprano, todas estas personas volverán a la libertad y a formar parte de un entorno que los mirará con recelo y que desde el inconsciente en muchos casos los volverá a excluir colocándolos en un lugar marginal.

Sin dudas que la reclusión es necesaria, pero debe de transformarse en algo efectivo y hasta en algún punto positivo para el ser que atraviesa esa situación, el devolverle a la sociedad personas más peligrosas de las que entraron en ese sistema sin dudas no ayuda en nada a que esto cambie. A mediados del año 2023 se lograron contabilizar 15.000 personas privadas de libertad en el Uruguay.

Las cifras marcan que cuatro de cada mil uruguayos están presos, haciendo crecer este número de forma imparable a través de veinte años, con esto también ha crecido el hacinamiento, la precariedad y el acceso irrefrenable de los reclusos a las drogas que termina siendo la única salida para evadir una realidad absolutamente nefasta y sin sentido alguno.

Al ritmo que vienen avanzando los números casi ininterrumpidamente se esperan que estos porcentajes sigan creciendo, factores externos a la delincuencia como la falta de empleo o las crisis de tipo social, son las que desencadenan que personas que jamás pensaron en delinquir lo terminen haciendo como un intento de supervivencia.

Hay muchos elementos a corregir, pero sin dudas que el tener una población con mayor educación puede llegar a promover una baja en los hechos delictivos, el gran problema es que para que esto suceda el Estado debe de invertir tiempo y dinero, con los errores a la vista del pasado es posible mejorar el futuro, pero la complejidad radica en que quienes dirigen esto puedan entender que los resultados positivos muchas veces no tienen que ver explícitamente con el crecimiento de números sino con la mejora en aspectos que hacen al día a día de las personas.

 

 

 

 

 

lunes, 22 de enero de 2024

ENTREVISTA A NUMA MORAES

 Es uno de los músicos y compositores más importantes dentro de la historia del folclore y el canto popular uruguayo, sus canciones en épocas de dictadura fueron el empuje para que muchos mantuvieran la esperanza de poder salir adelante a través de una verdadera unión popular, pasado los años ha seguido dándole éxitos a esta tierra y piensa seguir haciéndolo por muchos años más, en esta oportunidad paso por Periodismo en tus Manos Numa Moraes.

¿Cómo es el periplo para un cantor del interior que llega a la capital?

La situación para los músicos del interior ha cambiado muchísimo en cuanto a los años en que vine a la capital. En aquella década del 60 si no tenías el apoyo de algún familiar o amigos que estuvieran radicados en Montevideo no te podías sostener como músico. Ahora (relativamente) las distancias se han hecho más cortas, por lo menos al sur del Río Negro. Tampoco teníamos la posibilidad de grabar (profesionalmente) en el interior. Hoy, con la tecnología actual, puedes hacerlo incluso en tu casa.

¿Qué tan complejo suele ser para vos el proceso de composición? Y ¿Qué tanto campo fértil tenes para avanzar dentro del mismo?

Es un tema muy personal de cada creador. En mi caso me acostumbré a musicalizar poemas desde siempre. Muchas veces le entregué una melodía a Washington Benavides y él escribió el texto a partir de esa música. Durante el exilio trabajé a la par con poetas latinoamericanos, (Vicente Zito Lema, Lincoln Silva) o me basé en libros poéticos de creadores españoles y de distintos países de Nuestra América. Por supuesto que uruguayos también, siempre que fueran textos publicados para no crearles problemas.

¿Qué lugar crees que ocupa el folclore hoy en día a nivel social? ¿sigue siendo una música de resistencia?

La palabra folclore se utiliza comúnmente de manera errónea. Para ella tendríamos que ir, por ejemplo, a una melodía de autor desconocido, anónima. En mi caso he grabado gran cantidad de canciones con estas músicas de las cuales se perdió en el tiempo el nombre de sus autores. Generalmente fueron temas a los que Washington Benavides, con gran maestría, puso textos. Se le llama folclore (casi como un sello comercial) a canciones basadas en ritmos antiguos… pero son temas creados en melodía y texto por autores conocidos y que han registrado la obra, por lo cual no se puede llamarlas folclóricas. Quizás mejor son: de “raíz folclórica”.

Cualquier tema puede ser de resistencia. Todo depende de la autenticidad con que sea compuesta, puede ser un cielito, una zamba, un samba, rock, murga, polca, milonga… etc. Todo depende de lo que quiera expresar el autor. Una buena canción de “amor” puede convertirse en un martirio para los gorilas.

 

¿Qué opinión tenes de la actualidad a nivel social? ¿Somos el fruto de lo que se ha venido sembrando con anterioridad? O ¿ha existido una desviación?

En estos tiempos que vivimos todo ha cambiado muchísimo. Cuando era adolescente trataba de oír algún programa radial montevideano que hiciera escuchar música de raíz folclórica, o que transmitiera, por ejemplo, el festival de Cosquín. Estando en el exilio holandés era imposible captar desde allá, una radio que saliera de Uruguay. Hoy puedo escuchar emisoras (literalmente) de todo el mundo en el celular. Aquello de que una melodía pueda ser “folclore” o no, se vuelve complicado. Cualquier “paisano” pesca una música desde una emisora sueca y la pasa a su acordeón y te encaja un tema “folclórico” … siempre que sea con ritmo para hacer palmas, y mucho volumen para tapar las risotadas, y conversación de un público distraído...

Siento que hay una necesidad enorme (en gran parte de los uruguayos) de escuchar las canciones creadas por personajes culturales como Osiris Rodríguez Castillos, Alán Gómez, Aníbal Sampayo, etc. con esto me doy cuenta de que aquellos, junto a Daniel Viglietti, Los Olimareños, Zitarrosa, Carbajal, y tantos otros, sembraron muchísimo, y como esa siembra se hizo con calidad y autenticidad no se olvida. El problema, es el desconocimiento de quienes tienen la posibilidad de hacer que no se pudran nuestras raíces, y niegan a la juventud la gloria y el orgullo de presentarnos al mundo con algo de calidad nacido en nuestra tierra. ¡Una vez Mercedes Sosa me dijo que Zitarrosa era más conocido que ella en Argentina!, pero aquí hacemos un gran esfuerzo por olvidarlo. No creo sea posible, pero...

 ¿Cuánto sumo y cuanto resto la digitalización de la música y los cambios de formato de escucha?

La primera vez que vi un CD, fue en Utrecht, Holanda. Andaba caminando por el centro de la ciudad y me llamaron desde un local para hacerme escuchar un “disquito” brillante y muy coqueto. Me preguntaron qué me parecía… y recuerdo haberles dicho que estaba muy bueno el sonido pero que seguramente nunca eso llegaría a mi país. Para mí pensé, es imposible que pueda un día escuchar a Osiris en CD. En mi holandés chapuceado, no pude explicarles esto… Poco tiempo después ya estaban a la venta cds clásicos y compre Las cuatro estaciones de Vivaldi (aún lo tengo), pero por supuesto no tenía donde oírlo… eso pude hacerlo algunos años después ya en Uruguay. Por aquellos tiempos teníamos discos de vinilo, k-setes, y cinteros abiertos. Ahí juntaba la música. Creía que siempre sería así. Cuando apareció el furor del compacto, creíamos que era perfecto, irrompible (¡hasta que le firmé uno a una compañera con una Bic, y se lo eché a perder!) .../ Luego vino la etapa del mini-disc… Hoy me cuesta acostumbrarme a las famosas plataformas. Siempre encuentro errores garrafales en los datos, o falta absoluta de estos. Claro, no digo que sean asuntos que no se vayan a ir solucionando, pero, sigo apegado a mis discos de vinilo (que estoy seguro de que algunos nunca llegarán a la etapa de la digitalización, porque para ciertos personajes los pobres no son “comerciales”) que a los compactos y tengo cantidades de cassettes... En realidad, me parece como una trampa visitar las famosas plataformas. Son “peligrosas” para la concentración, busco “algo” y en el camino tomo por otro sendero… hasta olvidar qué andaba buscando… Hace poco visité a mi hijo Milo en Utrecht y le llevé mi último cd.../ sorpresa! Me dijo “Viejo, ¡no tengo donde escuchar eso… ahora tenemos discos de vinilo!”, pucha! Tenía una pared llena de excelentes reproducciones vinílicas… / En los comercios se vendían bandejas coquetísimas y digitales, púas carísimas.../ Bueno, En Montevideo ya me compré, un disco de Cabrera, otro de Zitarrosa, Violeta Parra, de muy buen nivel…

 Las carreras profesionales de iconos de la música, como es tu caso ¿tienen un final? O ¿el final de estas lo pone la muerte?

La muerte es una señora tan normal como cualquiera que visita todo y a todos… que logremos vencerla solo depende de la huella que podamos haber dejado al caminar sobre la tierra. Gardel venció a la muerte, Viglietti, Zitarrosa, Sampayo, Víctor Jara, siguen peleando por superarla. Algunos los ayudamos. En realidad, la verdadera muerte son los Gobiernos reaccionarios, los Ministerios de Cultura truchos, quienes dirigen los grandes medios… etc. esos son la muerte…

¿El arte y el consumo pueden ir de la mano?

¡Ojalá se comerciara realmente y con respeto la obra de nuestros grandes creadores!

 ¿Cómo imaginas al Uruguay de aquí a treinta años?

¡Cuando llegue a los 100 años, espero andar en taxis aéreos! ¡Supongo que no habrá semáforos!


 

 


 

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