Es realmente muy difícil para cualquier ser humano, lograr entender el valor real de algo por lo que no ha tenido que pasar ningún tipo de trabajo o zozobra. El siglo XXI trajo consigo ciertas estabilidades institucionales que generaron una especie de costumbrismo o de idea general a cerca de que la vida siempre fue así y en realidad para aquellos que aún no lo saben, fue todo lo contrario.
Si bien no hay nada mejor que vivir dentro de un sistema social que nos brinde libertad y seguridad, las épocas de efervescencia en las calles, protestas y descontentos con el sistema son las que generaron cambios reales en todo sentido en la humanidad, desde lo artístico, lo político o social se ha podido influenciar de estas situaciones para generar nuevas realidades. Desde el caos hacia orden el camino es bastante largo, sinuoso y por momentos muy complejo.
Es muy difícil de entender el alto nivel de desinterés que las nuevas generaciones muestran en temas que son de importancia a nivel general, desentendiéndose de instituciones sociales previas a ellos como los partidos políticos o los candidatos a presidente, dando por sentado que “todos mienten” y que “ninguno va a cambiar nada”. Si bien estas expresiones provienen de los mayores del entorno, los jóvenes levantan estas banderas y se empoderan en discursos que no hacen más que defenestrar un sistema que con el paso del tiempo se vuelve cada vez más caótico y difícil de defender.
Existe una tendencia por parte de las generaciones mayores a defender determinadas causas que las entienden positivas para lo sociedad y que forman parte de la vida de nuestros antecesores. A medida que vamos creciendo y sobre todo envejeciendo, tendemos a volvernos más conservadores y aprendemos a entender que ciertas rebeldías de la juventud pasan a un estado de obsolescencia absoluta, pero son retomadas y reformadas por aquellos que vienen atrás y quieren lograr lo que los demás no pudieron.
En contrapartida a esto las nuevas generaciones vienen seteadas con un alto nivel de descreimiento de todo aquel que busque demostrarle que es capaz de lograr o generar algo que por décadas no paso ¿Cómo se explica que alguien que jamás voto y vivió por fuera del sistema político la mayor parte de su vida no le pueda creer a un candidato a presidente? ¿no hay manera de brindarle crédito y esperar a ver qué pasa? Algo que el resto de los mortales hicimos toda la vida siendo traicionados en nuestra confianza muchas veces.
Los nuevos formatos postpandemia masacraron a las presencialidades en todo sentido, al descubrir que un montón de actividades se pueden realizar a distancia, empezamos a replantearnos por qué no automatizar “ciertos asuntos” de la misma forma. La llamada generación Z o los también conocidos como nativos digitales, seguramente resolverían el tema del voto a distancia y a través de una aplicación para teléfonos móviles sin necesidad siquiera de tener que salir de adentro de sus camas y con esto sortearían el engorroso tramite de tener que ser parte de una democracia a la que no le dan ningún tipo de crédito y hasta en muchos casos no hace mas que parecerles un circo inverosímil en donde se define el futuro de todos.