En tiempos de redes sociales, telefonía celular y conexión constante a la red ya no es necesario tener que seguir a ningún líder de opinión porque yo puedo ser el propio líder de mi propia forma de ver el mundo de acuerdo con todo aquello que consumo, que probablemente difiera con lo que consume aquel que está a mi lado. Ya no todos los caminos conducen a Roma ni nos rige la misma forma de obtener aquello que de alguna forma u otra denominamos “información”.
En algún punto todos somos dueños de la verdad ¿de cual verdad? De la nuestra, aquella que encuentra los fundamentos más precisos en todo lo que pasa en frente a nosotros durante la cantidad de horas de exposición que deseemos estar frente a los diferentes dispositivos que nos ponen al tanto de la situación de la que ellos entienden que existe más allá de nuestro propio alcance pero que puede ser importante para ser parte de una sociedad que cada vez se torna más absurda.
Los lugares físicos en donde se solían intercambiar ideas dejaron de ser necesarios y la digitalización ayudo para que la distancia se acortara y las confrontaciones se trasladaran a un lugar más etéreo en donde todos pueden ser nadie y en donde la realidad difícilmente tome forma de verdad ya que eso se defiende desde cada una de las diferentes trincheras en esa contienda casi eterna que dificultosamente nos lleve a algo.
Las nuevas tecnologías sin dudas se crean con dos funciones, la primera es la de poder generar más consumo, alimentando un mercado que necesita de esto para poder seguir vivo y la segunda es ponerse al servicio del humano para que este pueda llevar una vida más simple y con esto generar más tiempo y dedicárselo a lo que realmente quiere. Rara vez nos hemos puesto a pensar que el exceso de tiempo libre puede ser tan peligroso como el estar sobregirado de actividades y no tener tiempo para nada.
El problema por el que atravesamos ante esta realidad es que no sabemos que hacer o como defender la libertad, el tener la independencia de las imposiciones mediáticas de la información nos llevó a derivarnos por caminos que a veces son muy difíciles de transitar si no tenemos una guía adecuada, esto, nos termina colocando en complejas guerras cibernéticas que en definitiva no conducen a nada ni construyen algún tipo de sociedad mejor, simplemente fomentan cada vez más divisiones y fuertes necesidades de colocarse en un bando u en otro.
El facilismo de quedarnos quietos y la vorágine del avance tecnológico nos sobrepaso y los problemas a los que nos enfrentamos hoy en día difícilmente tengan una solución inmediata ya que apenas estamos aprendiendo e intentando entender que es lo que nos esta pasando y como debemos convivir con todo esto, cuando logremos tener una idea cabal de que es lo positivo y que es lo negativo, probablemente se actúe en consecuencia sabiendo muy en el fondo que va a ser imposible que todos en algún momento logren ponerse de acuerdo o al menos no entenderse como enemigos pero si como rivales en una contienda dialéctica o ideológica que quizás en ese punto pueda empezar a construir.
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