El avance del tiempo en las sociedades, han traído muchas
cosas, algunas buenas y otras no tanto, la degradación en las relaciones
humanas, quizás sea uno de los puntos más altos dentro de las problemáticas sociales,
por las que atravesamos hoy en día, el falso acercamiento que proponen las
redes sociales, nos llevan a jugar un juego bastante extraño, en donde gente
que casi no nos conoce, nos saluda por nuestro cumpleaños que en realidad no
sabe cuándo es. A pesar de ser conscientes de esa falsedad, decidimos aceptarla
como natural y seguir el juego, demostrando una falsa alegría, ante un hecho
tan irrisorio como este.
Por otro lado asistimos todos los días a recibir discursos
de políticos por TV, con falsas caras de preocupación, predicando acerca de
cómo se deberían llevar a cabo determinadas situaciones de las que por lo general, ellos justo no están
a cargo, pero nos dan su opinión de cómo
debería ser, con la intención de que en
la próxima elección los tengamos en cuenta para que lo resuelvan.
Quizás estos sean solo dos ejemplos de los niveles de hipocresía,
que hemos adquirido como normales en nuestra rutina diaria, que posiblemente
pasen invisibles ante nuestra capacidad de poder discernir entre lo falso y lo
real.
Es verdad que si nos ponemos a hilar fino, todos en algún momento
fuimos o somos hipócritas, quizás el debate puede partir, desde el punto, en
que una acción, de este tipo pueda afectar el diario vivir de otra persona sin
que el que la lleve a cabo le importe en los más mínimo.
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