Durante toda la historia de la humanidad las religiones y creencias han ocupado un lugar de relevancia en la vida del ser humano como especie, el tener la necesidad de aferrarse a algo que este más allá del plano de lo natural es una demostración de la desolación que puede alcanzar una persona a pesar de estar rodeada de sus pares y que estos le demuestren cariño. Existe algo más para el hombre que una relación humana no puede completar y eso lo ha conseguido a través de la historia, la religión.
Cuando la vida carece de sentido o de rumbo la religión, cualquiera sea, busca darle un nuevo empuje a esa persona que no encuentra la forma de salir de esa realidad, la pregunta es ¿Cómo se encarga de hacerlo? A través de dos mecanismos uno es la palabra. La utilización de la retórica viene desde tiempos inmemoriales y ha sido de gran utilidad para el humano en su afán de intentar convencer al resto de que lo que piensa o predica es la verdad. Y la otra es a través de la fe, muchas veces entendemos que aquello que nos resulta imposible solo se puede lograr creyendo en eso que tanto deseamos y para poder lograrlo no tenemos ningún tipo de explicación lógica más que creer que va a suceder. La religión justamente se trata de eso, de la transmisión a través de la palabra y la fe, formando un combo al que es muy difícil de poder superar.
Por su parte la tecnología llego para demostrar que todo puede ser comprobable y que aquello que no lo es, difícilmente exista, poniendo en jaque años de creencias en realidades sobre naturales difíciles de explicar para cualquier humano. Basta con solo pensar cual es la importancia que le dan los nativos digitales a la religión o al menos ¿qué lugar ocupan en sus vidas? Ahí podremos entender que cada vez es mayor por parte de la juventud la deserción en torno a la diferentes religiones que proponen uno acercamiento a algo que no se puede comprobar por ninguna vía, de esta forma podríamos inferir que hoy en día todo o al menos casi todo, pasa a través de lo factico y no tanto por espiritual.
Lo tecnológico da seguridad, nos cobija, nos atrapa y hasta en algún punto nos idiotiza, nos da el poder de poder decir y que nos escuchen y de ser nosotros mismos los protagonistas de la historia. Es en ese momento donde nos podemos dar cuenta que lo único que está pasando es que estamos cambiando una religión por otra, pero que el hombre por sobre todas las cosas siempre va a tener la necesidad de creer en algo que el siente que lo proteja independientemente de lo que sea y casi sin quererlo lo va a ponderar y poner en un lugar superior para que de esta forma pueda ser venerado.