A lo largo de toda la historia de la humanidad nuestra especie ha logrado diferenciarse de las demás por varios aspectos que son bastantes simples de nombrar, pero quizás el más extraordinario o sobresaliente es el de la capacidad de crear, conforme paso el tiempo y con este el avance y la complejización en la capacidad de creación humana que fue transmutando hasta llegar a realidades inventadas por el mismo y a su antojo que pueden pasar perfectamente por una situación real, entendiéndola a esta como todo eso que podemos comprobar de alguna forma u otra.
A pesar de llegar casi que, a competir como especie con sus propios inventos, hay algo que no le ha podido colocar del todo a sus creaciones y son los rasgos distintivos y propios del humano como género, la capacidad de sentir, emocionarse, ser feliz, estar triste y sobre todo ser consciente de lo que está haciendo, por y para qué.
Los avances tecnológicos más recientes se enfocan en la productividad y que mecanismos utilizar para lograrla, en esta carrera sin fin creaciones como los algoritmos o la inteligencia artificial están dispuestos a todo con el fin de lograr el objetivo propuesto por el propio hombre, en este punto podemos caer en el error de querer cuestionar de una forma humana a una invención que no posee ningún tipo de racionalización más que la que le puede brindar su creador y que por lo general está asociada al cumplimiento de una tarea x la cual puede ser llevada a cabo sin tener que pasar previamente por ningún tipo de emoción.
La tecnologización ha venido muy de la mano con la deshumanización, el hombre ha optado por alejarse un poco de todo eso que tiene que ver con sensaciones en donde se vean involucrados diferentes sentimientos que puedan llegar a poner en riesgo una acción que a la larga le pueda generar un beneficio de tipo económico, todo es mercantilizable y cada acción puede fomentar que se nos genere una ganancia si nosotros queremos, desde ese lugar el hombre se termina pareciendo cada vez más a la máquina que el mismo inventó.
Los avances alcanzaron el punto en el que la intervención del hombre es casi innecesaria, todo lo previo hasta el momento tenía al humano como intermediario o ejecutor, para poder hacerlo funcionar, hoy en día ya no es necesario, las maquinas, computadoras, la inteligencia artificial y los propios algoritmos, pueden establecer diálogos entre sí para poder alcanzar lo que se propongan, independientemente de que exista un estado de entendimiento cabal de lo que se está haciendo o de lo que está pasando ya que a estos ejecutores poco les puede importar tener algo que nosotros conocemos como consciencia y que tienen que ver con plantearnos muchas veces si lo que estamos haciendo es correcto o no.
A raíz de esta realidad planteada existen un conjunto de preguntas muy difíciles de comprender, como saber si ¿esto recién empieza o es el límite final de la evolución tecnológica? ¿Cuánto afecta y cuanto ayuda realmente al hombre poseer todas estas herramientas? ¿Cuál es el aporte que nos brinda a nivel social para entenderlo como un avance? Solo el tiempo y la actitud de las nuevas generaciones ante estos cambios tan abruptos serán los que puedan dar respuestas a estas interrogantes.
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