Se podría decir que la definición más simple de la palabra estractivismo sería la que la relaciona con el proceso de extracción de recursos naturales y materias primas para su posterior venta en los mercados mundiales, dentro de los cuales pueden existir un sin fin de estos recursos, de los cuales muchas veces desconocemos su procedencia real.
En el caso particular del Uruguay los últimos años o décadas se han enfocado principalmente en la explotación forestal, la cual para los ojos de la población busca demostrar el beneficio de esta industria en el país y la llegada de cuantiosas inversiones que pueden impulsar la economía de gran manera.
La parte que no se intenta contar es la del desgaste que comienza a tener la tierra por las plantaciones de eucaliptus, así como la cantidad de agua que necesitan estos árboles para crecer, los que mayormente la buscan de forma subterránea absorbiendo un gran recurso con el que cuenta el Uruguay como lo son los acuíferos subterráneos.
Siempre ante estas situaciones existen dos posturas, la de los que buscan hacer crecer la economía y explotar las posibilidades que el país puede tener, para generar fuentes de trabajo y aumentar las inversiones de grandes capitales extranjeros y la de los que piensan en cuidar lo que tenemos para que los ecosistemas sigan funcionando y las futuras generaciones puedan seguir disfrutando de los recursos naturales disponibles.
En el último tiempo ha quedado más que claro que no existe progreso sin destrucción. El “transformar” el entorno para poder generar cambios redituables en lo económico ha sido una constante de los últimos gobiernos de turno en el Uruguay y con ello van arrasando de a poco con los recursos naturales de los que tiempo atrás tanto nos vanagloriábamos. La disyuntiva nace en el punto en que se debe decidir si activar la economía o cuidar el medio ambiente. Si bien esto no debería de ser una complicación ya que perfectamente se pueden hacer ambas cosas a la vez, los grandes negocios que el país ha encontrado han sido a través de la entrega de bienes de tipo natural que nos pertenecen a todos pero que son por los cuales los inversionistas tienen mayor interés.
La economía debe estar en un estado continuo de progreso y eso marca que el país necesita activar todos los recursos que tiene en pos del avance. En el camino quedan muchas realidades que afectan de sobre manera a la ecología, los ecosistemas y todo aquello con lo que la naturaleza a beneficiado a nuestro territorio, que ha sido puesto a la venta para poder salvar algo que todavía no entendemos bien que es o para que sirve, si estamos perdiendo lo más importante.
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