miércoles, 16 de octubre de 2024

VIVIMOS A DESTIEMPO

¿Quién nunca tuvo la sensación ante una realidad vivida de pensar, si esto me hubiera pasado antes? ¿Por qué a veces sentimos que las cosas pasan a destiempo con relación a nuestras expectativas? O que cuando alcanzamos lo que soñamos en su momento ya no tiene aquel valor que supo tener cuando era algo lejano. Si bien podrían tildarse como actitudes o formas de ver el entorno que están directamente relacionadas con el inconformismo y la falta de aceptación ante lo que nos toca, no dejan de ser realidades que son moneda corriente para muchos.

Siempre resulto más fácil culpar a la falta de “suerte” para poder entender porque aquello que anhelamos no nos llega. A veces hacer determinados análisis que desnudan nuestras falencias o al menos nuestro lado más vulnerable no hace más que quitarnos la motivación de lo que buscamos, porque siempre es más fácil lograr entender que no es posible, a arriesgarlo todo por intentarlo.

De cualquier forma, el premio a la insistencia y a la perseverancia termina siendo el cumplimiento de los objetivos, pero estos no siempre se presentan acordes a lo que buscábamos o al menos no siempre en tiempo y forma. Muchos le adjudican a alguna fuerza sobre natural el hecho de que se pueda alcanzar lo que se quiere, pero posiblemente eso este vinculado simplemente a cuestiones de tipo fácticas que se van sucediendo en el camino de la persona en cuestión.

Si empezamos a hilar un poco más fino en determinadas cuestiones de la vida podríamos empezar a pensar en que todo se compone por momentos y nuca por realidades de tipo duraderas, comprobado esta que no podemos ser felices todo el tiempo, que no nos puede ir mal o bien siempre y que, si bien es una frase bastante trillada la justicia tarda, pero llega. Obviamente el concepto de justicia es algo bastante subjetivo lo relacionamos directamente con una sensación de bienestar personal que nos puede llegar a satisfacer de varias formas cuando la realidad que se nos presenta es favorable hacia nosotros. Todos entendemos que nos merecemos ser felices y que esta es una premisa totalmente justa a nuestro entender, pero ¿Qué tiene que pasar para que eso suceda?

¿Cuál es la exigencia que nos lleva a creer que lo que deseamos tiene que llegar en tiempo y forma sino se transforma en fracaso? Para poder contestar esto quizás podríamos empezar por definir fracaso ya que esta acepción puede distar mucho entre un individuo u otro. Lo que si pudiéramos confirmar es que la mayor cantidad de las veces las cosas nos llegan a destiempo y que el “fracaso” esta más presente en la vida que el éxito, obviamente ambas definiciones dependerán de cada uno y de su contexto personal.

El pensar en el destiempo nos remite a que existe un momento correcto para que las cosas sucedan, pero si de algo ha aprendido la humanidad es que nada en la vida es lineal y que los “momentos” de cada uno son diferentes, por lo que es muy difícil poder tomar una referencia de cuándo y porque nos tienen que suceder las cosas, separando esto de los meros caprichos personales que nos van marcando el tiempo en nuestro día a día.

 

 

 


 

martes, 1 de octubre de 2024

¿QUE ES EL ESTRACTIVISMO?

 


Se podría decir que la definición más simple de la palabra estractivismo sería la que la relaciona con el proceso de extracción de recursos naturales y materias primas para su posterior venta en los mercados mundiales, dentro de los cuales pueden existir un sin fin de estos recursos, de los cuales muchas veces desconocemos su procedencia real.

En el caso particular del Uruguay los últimos años o décadas se han enfocado principalmente en la explotación forestal, la cual para los ojos de la población busca demostrar el beneficio de esta industria en el país y la llegada de cuantiosas inversiones que pueden impulsar la economía de gran manera.

La parte que no se intenta contar es la del desgaste que comienza a tener la tierra por las plantaciones de eucaliptus, así como la cantidad de agua que necesitan estos árboles para crecer, los que mayormente la buscan de forma subterránea absorbiendo un gran recurso con el que cuenta el Uruguay como lo son los acuíferos subterráneos.

Siempre ante estas situaciones existen dos posturas, la de los que buscan hacer crecer la economía y explotar las posibilidades que el país puede tener, para generar fuentes de trabajo y aumentar las inversiones de grandes capitales extranjeros y la de los que piensan en cuidar lo que tenemos para que los ecosistemas sigan funcionando y las futuras generaciones puedan seguir disfrutando de los recursos naturales disponibles.

En el último tiempo ha quedado más que claro que no existe progreso sin destrucción. El “transformar” el entorno para poder generar cambios redituables en lo económico ha sido una constante de los últimos gobiernos de turno en el Uruguay y con ello van arrasando de a poco con los recursos naturales de los que tiempo atrás tanto nos vanagloriábamos. La disyuntiva nace en el punto en que se debe decidir si activar la economía o cuidar el medio ambiente. Si bien esto no debería de ser una complicación ya que perfectamente se pueden hacer ambas cosas a la vez, los grandes negocios que el país ha encontrado han sido a través de la entrega de bienes de tipo natural que nos pertenecen a todos pero que son por los cuales los inversionistas tienen mayor interés.

La economía debe estar en un estado continuo de progreso y eso marca que el país necesita activar todos los recursos que tiene en pos del avance. En el camino quedan muchas realidades que afectan de sobre manera a la ecología, los ecosistemas y todo aquello con lo que la naturaleza a beneficiado a nuestro territorio, que ha sido puesto a la venta para poder salvar algo que todavía no entendemos bien que es o para que sirve, si estamos perdiendo lo más importante.

 

 

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