¿Quién nunca tuvo la sensación ante una realidad vivida de pensar, si esto me hubiera pasado antes? ¿Por qué a veces sentimos que las cosas pasan a destiempo con relación a nuestras expectativas? O que cuando alcanzamos lo que soñamos en su momento ya no tiene aquel valor que supo tener cuando era algo lejano. Si bien podrían tildarse como actitudes o formas de ver el entorno que están directamente relacionadas con el inconformismo y la falta de aceptación ante lo que nos toca, no dejan de ser realidades que son moneda corriente para muchos.
Siempre resulto más fácil culpar a la falta de “suerte” para poder entender porque aquello que anhelamos no nos llega. A veces hacer determinados análisis que desnudan nuestras falencias o al menos nuestro lado más vulnerable no hace más que quitarnos la motivación de lo que buscamos, porque siempre es más fácil lograr entender que no es posible, a arriesgarlo todo por intentarlo.
De cualquier forma, el premio a la insistencia y a la perseverancia termina siendo el cumplimiento de los objetivos, pero estos no siempre se presentan acordes a lo que buscábamos o al menos no siempre en tiempo y forma. Muchos le adjudican a alguna fuerza sobre natural el hecho de que se pueda alcanzar lo que se quiere, pero posiblemente eso este vinculado simplemente a cuestiones de tipo fácticas que se van sucediendo en el camino de la persona en cuestión.
Si empezamos a hilar un poco más fino en determinadas cuestiones de la vida podríamos empezar a pensar en que todo se compone por momentos y nuca por realidades de tipo duraderas, comprobado esta que no podemos ser felices todo el tiempo, que no nos puede ir mal o bien siempre y que, si bien es una frase bastante trillada la justicia tarda, pero llega. Obviamente el concepto de justicia es algo bastante subjetivo lo relacionamos directamente con una sensación de bienestar personal que nos puede llegar a satisfacer de varias formas cuando la realidad que se nos presenta es favorable hacia nosotros. Todos entendemos que nos merecemos ser felices y que esta es una premisa totalmente justa a nuestro entender, pero ¿Qué tiene que pasar para que eso suceda?
¿Cuál es la exigencia que nos lleva a creer que lo que deseamos tiene que llegar en tiempo y forma sino se transforma en fracaso? Para poder contestar esto quizás podríamos empezar por definir fracaso ya que esta acepción puede distar mucho entre un individuo u otro. Lo que si pudiéramos confirmar es que la mayor cantidad de las veces las cosas nos llegan a destiempo y que el “fracaso” esta más presente en la vida que el éxito, obviamente ambas definiciones dependerán de cada uno y de su contexto personal.
El pensar en el destiempo nos remite a que existe un momento correcto para que las cosas sucedan, pero si de algo ha aprendido la humanidad es que nada en la vida es lineal y que los “momentos” de cada uno son diferentes, por lo que es muy difícil poder tomar una referencia de cuándo y porque nos tienen que suceder las cosas, separando esto de los meros caprichos personales que nos van marcando el tiempo en nuestro día a día.