sábado, 12 de junio de 2021

EDITORIAL: COLOMBIA EL ESPEJO DE AMÉRICA LATINA


Colombia vive por estos días uno de los conflictos, más violentos de los últimos tiempos en América Latina, la intención de generar una reforma tributaria por parte del Poder ejecutivo, para poder recaudar el 2% del Producto Bruto Interno, y con esto aliviar las presiones que se han generado por la deuda externa  y poder mantener su calificación crediticia, en medio de una crisis, ha sido uno de los principales desencadenante de un conflicto social que se ha cobrado una cantidad de vidas inesperadas para muchos.

En medio del caos social absoluto en uno de los países más violentos de América del Sur, se despertó la rebeldía de un pueblo cansado de sufrir una impotencia constante por la toma de decisiones de altas esferas en la que los más pobres nunca se favorecen, además de tener que pasar por este padecimiento viven constantemente involucrados en un fuego cruzado entre el narcotráfico, la guerrilla y los paramilitares, que de una forma u otra terminan afectado la vida de los ciudadanos comunes que nada tienen que ver con toda esta realidad y que tampoco quieren tener que ver con nada de eso, simplemente desean llevar una vida en paz y tranquilidad, como la que desea cualquier habitante de este planeta.

No obstante el resto de América Latina observa la valentía de un pueblo que salió a las calles a hacerse valer, pagando precios altísimos en lo referente a vidas humanas, pero que no agacho la cabeza ante el abuso de las autoridades, como si pasa en otros países del continente en donde, sí se mueven con gran impunidad sin tener en cuenta a los que menos tienen y más necesitan, tanto la pandemia, como las malas decisiones a nivel de la elección de sus mandatarios en los diferentes países del continente ha llevado al empobrecimiento extremo a muchas personas, que a la larga termina por afectar las economías de los diferentes países.

Lo vivido en Uruguay con el Coronavirus y el manejo del Gobierno de turno ha provocado que el país tenga 100.000 nuevos pobres, hecho que sin dudas marca un alto nivel de vulnerabilidad de una gran parte de la población, que al día de hoy queda sujeta a la posible productividad que puedan tener aquellos que aún se encuentran dentro del sistema, así como también el hecho de ser uno de los países con más muertes perca pita del mundo genera una cantidad de complejidades a nivel social, desde las complicaciones logísticas en los diferentes cementerios, con el aumento exponencial ante la cantidad de muertos, así como también todos los cambios que esto genera en la cotidianeidad de las personas que viven de cerca el fallecimiento de sus seres queridos.

A pesar de vivir todas estas situaciones anteriormente mencionadas, el pueblo ha sabido esperar pasivo y paciente que las cosas cambien, al momento sin resultado alguno, inclusive con una perspectiva poco optimista al menos en el corto plazo, lo que lleva a resaltar aún más la valentía del pueblo colombiano que no acepto la pasividad como bandera de lucha y que ha demostrado un gran coraje en el que todos nos quisiéramos reflejar. 

 

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