Si bien en un inicio cuando los casos de Coronavirus en Uruguay eran contados con los dedos de una mano, se veía con buenos ojos por parte de la población, las medidas tomadas por el Gobierno e inclusive éramos admirados desde el exterior por el supuesto control que habíamos adquirido ante una problemática de este tipo, que venía causando estragos y que países de avanzada a nivel mundial no podían contener, tristemente esa realidad se empezó a desmoronar de a poco, al darnos cuenta que ni siquiera habíamos empezado a vivir lo más severo de esta nueva vida en la que nos vemos inmersos desde hace más de un año.
El
modelo liberal de gobernar un país, genera algunos aspectos positivos en la
economía, pero otros totalmente nefastos a nivel social. El precio que ha
venido pagando en esta pandemia el Uruguay en lo referente al desempleo ha sido
altísimo, diferentes sectores de la economía se han visto afectados en muchos
casos de forma irreversible, así como también existen otros que no paran de ser
castigados con medidas que son bastantes cuestionables como han sido los
espectáculos artísticos y las diferentes salas de teatro o cines, que mientras
han quedado paralizados veían por televisión como si en los shoppings la gente
podía aglomerarse quizás de una forma menos cuidadosa que en un recital o una
obra teatral, pero moviendo aunque sea más lento la economía y fomentando el
consumo.
Es
un hecho a cuestionar si realmente ha sido necesario interrumpir a la cultura y
a la educación, para sí darle paso a las diferentes actividades económicas que
de cierta forma “sostienen” a un sistema que lentamente se va destruyendo. A
pesar de todas estas medidas el cierre de un montón de empresas fue inevitable,
quizás lo difícil de entender sea hasta qué punto el uruguayo está preparado
para que en una situación tan compleja le digan “hace lo que creas que está
bien” en vez de dar una directiva clara y certera que todos debamos acatar por
igual.
Mientras
todos hagamos lo que creamos que “está bien” atendiendo a nuestras necesidades
individuales y no a un problema colectivo, es que no tendremos un avance positivo
de forma general ante la pandemia, sino que simplemente intentaremos sobrevivir
mirando nuestro bienestar, no podemos pedirle a una sociedad que no puede tirar
la basura dentro de un contenedor, para mantener la limpieza en una ciudad que
tome decisiones más complejas como definir el futuro de la salud de un país
entero, no sabemos qué hacer con la libertad responsable, carecemos de un
pensamiento colectivo que genere cosas buenas a nivel social, el Uruguay del
siglo XXI está plagado de individualidades y así es muy difícil salir de este
pozo.
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