En
los últimos tiempos se han conocido cada vez más casos de personas que
decidieron tomar justicia por mano propia, ya que los pedidos de más seguridad,
por parte de la población, no han sido escuchados de la forma deseada por las
autoridades.
La muerte de un cuida
coches en la ciudad de Pando de la mano de 10 o 15 individuos, o la
electrificación de un alambrado, que se cobró la vida de un adolescente de 15
años, quizás solo sean un par de ejemplos del nivel de violencia que vivimos
como sociedad y como las normas internas de convivencia entre todos, empiezan a
cambiar, hacia el intento de frenar los abusos por parte de algunos sectores de
la población.
La falta de respuesta o
de garantías ante actos de vandalismo, desde la policía y el Ministerio del
Interior, marcan a la gente, al punto de empezar a enfrentar a quienes intentan
cometer algún tipo de delito, contestando su agresión con una aun mayor, el límite
de hasta dónde ir con esta situación, parece haber empezado a desaparecer.
Si bien no se habla de
que exista una mala intención por parte de la policía, es muy claro que es la
fuerza superior que debería mantener el orden en la sociedad y no lo están
pudiendo hacer, al punto que en el último tiempo muchos agentes, han sido víctimas
de la delincuencia que busca apoderarse de sus armas, por lo que la ecuación es
bastante fácil de entender, nos encontramos en la actualidad con una policía
con muy pocos recursos para actuar ante un acto de vandalismo y desarmada, que
debe enfrentar a la delincuencia que es cada vez mayor y que además tienen sus
armas.
Lo que sin dudas está
muy claro es que somos más los
ciudadanos que nos interesa vivir alejados de la violencia y la delincuencia,
que aquellos que intentan lograr lo que quieren ejerciendo la fuerza como
medio.
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