Todo el tiempo y casi que sin
pensarlo buscamos dar nuestra mejor versión delante de aquellos que nos
observan, conviven con nosotros o se relacionan de alguna forma con nuestra
cotidianeidad. Si bien por naturaleza todos tenemos alguna particularidad o
algo que nos hace destacar ante el resto de forma positiva y muchas veces
admirable, en contrapartida tenemos una serie de características, costumbres o
formas de manejarnos en la vida que distan mucho de lo que el exterior podría
esperar de nosotros.
Es extraño el pensar que en
realidad nunca nos podemos mostrar realmente como somos ya que de una forma u
otra en cada relación que tenemos, se encuentran cosas en juego, las cuales
para nosotros son valiosas y deseamos cuidarlas o mantenerlas. Desde relaciones
de tipo afectivas a laborales, que nos dan el sustento de cada día.
La pregunta es ¿Cómo sería la
realidad si todos nos mostráramos como somos o al menos sin esconder aquello
que entendemos que puede afectar o generar indignación en el otro? Con esto no
se habla estrictamente de situaciones de opciones de tipo sexual que son
reprimidas por muchos por miedo a incomodar o conductas inapropiadas con el
consumo de drogas, sino más específicamente de comportamientos que tenemos
puertas adentro y que muchos de nuestros allegados jamás llegan a saber. Todo
el tiempo nos sucede y casi que sin darnos cuenta de que por más que estemos en
el siglo XXI sigue tallando fuerte el famoso miedo al qué dirán.
Todos tenemos miserias para
esconder o para guardarlas para el momento adecuado, a sabiendas de esto,
buscamos de cualquier forma ser integrados a una sociedad que muchas veces
castiga o señala al diferente por lo que nos es imperante poder formar parte
de, para poder subsistir en la misma.
Partiendo de este punto podemos
llegar a entender que nadie es totalmente perfecto ni mucho menos feliz, todo
aquello que vemos en los demás y que nos genera cierta admiración tiene por
contrapartida una realidad que desconocemos en lo absoluto, pero que muchas
veces omitimos saberla o al menos imaginarla. Podríamos caer en ese juego de
palabras que versa que lo que vemos realmente no es como creemos que es y al
pensar esto no nos estaríamos alejando de la realidad, pero el eterno problema
radica en que la realidad termina siendo solamente aquello que los demás dejan
que sepamos de ellos y no la totalidad de los hechos, que pasan a ser asuntos
personales de la vida de cada uno.
El mirar más allá de lo que damos
por sentado como verdad o todo lo que en cierto punto entendemos como
realidad, puede ser la clave para poder intentar entender mejor al otro,
entendiendo a este como todo aquello que no forma parte de uno mismo, pero que
en definitiva termina componiendo a nuestro entorno.
Es
uno de los artistas más polifacéticos del Uruguay que a través de la búsqueda
de sonoridades, imágenes, luces y diferentes motivaciones a los sentidos busca
lograr un clima en el que el espectador se sienta totalmente involucrado con lo
que esta sucediendo en el escenario, esa ardua tarea le ha valido ser
reconocido no solo en su país, sino que alrededor del mundo; En esta
oportunidad paso por Periodismo en tus Manos Emil Montgomery.
¿A lo
largo de tu carrera has logrado encontrar algún hilo conductor entre la música,
la pintura y la arquitectura?
Para
mí, todos los sentidos están intrínsecamente conectados. La forma, la estética,
la pintura, los colores y la música evocan en mí respuestas automáticas. A
menudo, la música surge a través de una imagen, un color o una textura; otras
veces, la arquitectura me inspira a crear una puesta en escena donde la música
actúa como el hilo conductor. Este enlace se manifiesta de manera natural en
mí, casi como una respuesta instintiva que vincula sonido, imagen y estética.
¿Cómo
podrías definir lo que haces?
Definir
lo que hago puede ser contraproducente, ya que, al definirnos, nos limitamos.
Crear fronteras alrededor de nuestra identidad o nuestro trabajo es, en cierto
modo, programar nuestras respuestas y restringir nuestra libertad creativa.
Como artista, creo que es fundamental operar en un espacio de completa libertad
para descubrir lo auténtico y original en nuestra expresión. Pero entiendo que
también es necesario ofrecer definiciones básicas para la comprensión en un
contexto más amplio. En esencia, me considero un creador. Trabajo con diversos
elementos y medios, como la música, el performance, las imágenes y los efectos
visuales, buscando siempre crear una experiencia única para el espectador. Cada
puesta en escena, cada espectáculo, es una oportunidad para ofrecer algo
distinto, algo que resonará de manera única con cada persona que lo
experimenta. Este es el rol en el que, hasta ahora, me siento cómodo.
¿Qué es
lo que te inspira o motiva a componer?
Lo
que me inspira a componer es un conjunto diverso de influencias y experiencias.
A menudo, me siento motivado por mis propias vivencias personales y emociones
que busco expresar a través de la música. Además, me inspiran el arte visual,
la literatura y los movimientos culturales, lo que me permite explorar nuevas
perspectivas y sonidos. Sin embargo, debo admitir que también existe un
elemento más misterioso en mi inspiración: la memoria más allá de mi historia.
Creo que todos poseemos una memoria que trasciende nuestra historia física o
personal en este plano. Traemos recuerdos de otros lugares, ideas que se
manifiestan con una claridad que varía según cuánto las nuble mi estado mental
actual. Cuando logro conectarme con esas memorias, emergen composiciones
maravillosas que parecen venir de un lugar ajeno a mí, como si descendieran de
algún rincón desconocido de la existencia. Estas ‘memorias’ son una fuente
inagotable de inspiración, revelando conocimientos que residen profundamente en
mí y a los que consigo reconectarme. Este proceso es fundamental en mi búsqueda
creativa, impulsado tanto por colaboraciones con otros artistas como por mi
interacción continua con el mundo.”
¿Cómo
la modernidad de la electrónica llega a fusionarse con ritmos clásicos o
autóctonos de un lugar?
En
la fusión de la modernidad electrónica con ritmos clásicos o autóctonos,
observo principalmente dos caminos. El primero es un enfoque más comercial,
donde se busca integrar elementos folclóricos de diversas culturas con el
objetivo de crear una ‘firma sonora’ única que se distinga del estándar. Este
método puede resultar en un éxito comercial rápido porque combina la novedad
con las raíces culturales profundas, presentando sonidos que, aunque son nuevos
para muchos, están imbuidos de una rica herencia.
El
segundo camino es uno de exploración más profunda y auténtica, donde la
integración de los elementos tradicionales con la electrónica se realiza de
manera más reflexiva y respetuosa. Este proceso es evolutivo y considera las
tradiciones no solo como un medio para un fin, sino como un componente esencial
del lenguaje musical que debe evolucionar en conjunto con las nuevas
tecnologías. A menudo, este enfoque da lugar a obras que perduran en el tiempo,
resonando con más fuerza debido a su profundidad y autenticidad.
En
ambos casos, la música electrónica, al ser un lenguaje universal, permite que
estas fusiones alcancen a audiencias globales. Sin embargo, es en la
profundidad de la conexión con las tradiciones donde creo que realmente se
encuentra el valor duradero y el impacto emocional de la música.
¿Cuál
crees que es el camino que un artista debe de recorrer para no intentar ser una
moda?
El
camino que un artista debe recorrer para no caer en la trampa de la moda es, en
esencia, el mismo que cualquier persona debe emprender para descubrirse a sí
misma. Es un viaje de introspección profunda, un proceso para desprogramarnos
de la necesidad de aceptación y del deseo de ser queridos masivamente, lo cual
es una gran ilusión. A menudo, se nos enseña que el éxito se mide por el nivel
de aceptación que tenemos externamente, no por el grado de superación personal
o por lo que realmente logramos con nosotros mismos.
Para
un artista, sobre todo aquellos expuestos a la vida pública, es fácil caer en
la búsqueda de estar en moda y ser aceptados, para no sentirse efímeros. Pero
quien realmente desea sentirse feliz y pleno con su trabajo debe alejarse de
esa necesidad de poder, que en realidad no es un poder verdadero. El verdadero
poder reside en encontrarse a uno mismo, en ser auténtico y, como artista,
tener la capacidad de decidir y tomar los riesgos necesarios para expresar y
promover pensamientos propios, que no son meras réplicas del estándar o de la
moda una vez más, disfrazada.
Un
verdadero artista, no solo uno que lleva la etiqueta, siente un llamado
ineludible hacia su expresión personal. Sigue una brújula interna hacia lo que
realmente desea expresar, moviéndose de manera auténtica y sincera. Este es el
camino que paradójicamente asegura no solo la autenticidad, sino también una
relevancia duradera en el mundo del arte
¿Cuánto
influye la realidad social en tu actividad como artista?
La
realidad social influye profundamente en mi actividad como artista, aunque de
manera distinta a como podría influir en otros. En lugar de seguir las
corrientes predominantes o responder directamente a las demandas del mercado,
utilizo mi arte como una forma de explorar y responder a las dinámicas sociales
desde una perspectiva muy personal. Mi enfoque se centra en la introspección y
en cómo los sucesos y cambios sociales resuenan a nivel personal.
Este
proceso de reflexión interna me permite abordar temas sociales no solo como
comentarios externos, sino como experiencias vividas que transformo en
expresiones artísticas. Así, mi arte no solo refleja una realidad social, sino
que también explora cómo esa realidad modifica nuestras percepciones, emociones
y pensamientos. Este enfoque me ayuda a mantenerme fiel a mi visión artística y
a evitar ser arrastrado por las tendencias.
En
esencia, la realidad social es tanto un espejo como un catalizador en mi
trabajo, impulsándome a indagar más allá de lo superficial y a buscar
conexiones más profundas y duraderas con mi audiencia. Este enfoque me permite,
como artista, abordar temas relevantes de manera que sean tanto universales
como íntimamente personales
¿La
tecnología es una ayuda para los artistas o mata un poco la esencia misma de la
creación humana?
La relación entre la tecnología y la música es compleja y de doble cara,
similar a su impacto en otras áreas de la vida. La tecnología puede ser tanto
una bendición como un obstáculo para la creatividad, y su efecto depende en
gran medida de cómo se utilice. Últimamente, he observado que la rapidez
impuesta por las nuevas tecnologías puede sofocar la creatividad musical.
Estamos presionados para producir constantemente contenido nuevo, para subir
pista tras pista a las redes sociales y plataformas de streaming, lo que no
permite que la música madure como debería.
La creatividad necesita tiempo y espacio para desarrollarse, y estos no
pueden competir con los ritmos acelerados de la sociedad actual. Incluso con la
llegada de tecnologías como la inteligencia artificial, que puede crear
melodías y armonías, se corre el riesgo de que se erosionen aún más los
procesos creativos humanos, ya que estas herramientas pueden llevarnos a
depender demasiado de soluciones prefabricadas y rápidas.
Sin embargo, si se utiliza de manera consciente y respetuosa, la
tecnología puede ser una herramienta democrática y poderosa que amplía el
alcance y las posibilidades para los artistas. Cuando se respeta el proceso
creativo, y se mantiene la fidelidad a lo que queremos expresar, la tecnología
funciona como herramienta y puede enriquecer nuestra expresión artística en
lugar de diluirla. En este sentido, es fundamental que los artistas aprendan a
equilibrar el uso de la tecnología con un compromiso firme por la autenticidad
y la profundidad en su trabajo creativo
¿Por
qué crees que cada vez nos cuesta más consumir de forma masiva obras artísticas
con cierto nivel de complejidad?
Creo que hay varios factores que contribuyen a que cada vez nos cueste
más consumir obras artísticas de cierta complejidad de forma masiva. En primer
lugar, la saturación de información y la velocidad con la que consumimos
contenido digital han cambiado significativamente nuestras expectativas y
nuestra capacidad de atención. Vivimos en una era de gratificación instantánea,
donde el contenido rápido y fácil de digerir suele ser más apreciado porque se
adapta mejor a nuestros estilos de vida agitados y a las demandas constantes de
nuestra atención.
Además, las plataformas de distribución de contenido, como las redes
sociales y los servicios de streaming, están diseñadas para maximizar el
consumo rápido de contenido. Estos algoritmos a menudo priorizan lo que es
inmediatamente atractivo o popular sobre lo que requiere un compromiso más
profundo y prolongado, lo que puede desalentar la exploración de obras y o
pensamientos más complejos.
Por otro lado, existe una falta de educación artística en muchos
sistemas educativos, lo que limita la capacidad de las audiencias para apreciar
y entender formas de arte que demandan una mayor reflexión y conocimiento. Sin
un marco de referencia cultural y sin las herramientas críticas necesarias para
abordar obras más desafiantes, es natural que el público en general gravite
hacia opciones más accesibles y menos exigentes.
Finalmente, el clima cultural predominante que valora más el
entretenimiento y la diversión inmediata sobre la introspección o el desafío
intelectual también juega un rol importante en este fenómeno. Cambiar esta
tendencia requerirá un esfuerzo consciente para fomentar la apreciación del
arte en todas sus formas y una valoración de la complejidad como una fuente de
enriquecimiento y no de alienación
¿Con
que músicos te identificas y por qué?
Identificarme con músicos es un tema complejo porque, para mí, la
conexión no siempre se establece con su música, sino con la persona detrás de
ella, sus ideas y su enfoque creativo. Me atraen aquellos artistas que son
innovadores, que proponen algo nuevo y que no tienen miedo de revolucionar su
campo, aun cuando su música en sí no sea de mi agrado personal. Esta distinción
entre el artista como individuo y su obra es fundamental en mi apreciación
artística.
Por otro lado, hay música que me encanta, pero al conocer más sobre la
vida personal y las opiniones del creador, a veces encuentro que no me
identifico con su manera de pensar o de vivir. Este fenómeno es fascinante y
refleja la complejidad de la relación entre artistas y sus audiencias. Creo
firmemente que es importante separar la obra del artista, ya que cada una puede
ser apreciada por sus propios méritos.
En la cultura actual, influenciada por las redes sociales y la
omnipresencia del ‘lifestyle’, a menudo accedemos a las obras a través de la
personalidad pública del artista, lo que puede distorsionar nuestra percepción
de su arte. Sin embargo, considero vital esforzarnos por entender y valorar las
creaciones artísticas independientemente de la vida personal del artista,
porque la verdadera esencia de la obra reside en su capacidad para comunicar,
inspirar y provocar, más allá de la figura que la creó.
La
siguiente podría ser una
lista de los artistas que desde su personaje o su música me han influenciado.
En algunos casos estas dos circunstancias se combinan, pero dejaré a la
imaginación de cada uno adivinarlo: Frank Zappa, John Lennon, Bob Dylan,Nina Simone,
Patti Smith, Prince,Luigi Russolo, Gustavo Pena, Marvin Gaye,
Pierre Henry, Jean Michel Jarre,Vangelis,
Syd Barret,Johann S.
Bach, Wolfgang A. Mozart, Igor Stravinsky y Bob Marley
¿Qué
sentis que te queda por hacer a nivel artístico que aún no hayas hecho?